diumenge, 20 de desembre del 2009

La Asocicación Española de Neuropsiquiatría i el negacionisme de la Sindrome d’Alienació Parental.

La Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN), al nº 102 de la seva revista, va publicar una editorial i un article on s'atacava la formulació de la Síndrome d'Alienació Parental (SAP) i se'l desacreditava per pseudocientífic. Tant l'article com l'editorial estaven escrits amb la retòrica postmoderna "políticament correcta" però amb tants disbarats que ho vaig agafar per redactar el meu treball final del master en Pràctica Filosòfica i Gestió Social que estava cursant a la Universitat de Barcelona. El treball el vaig titular LA LÓGICA DE LOS FARSANTES: DE LA CIENCIA AL RELATIVISMO COMO AVAL PARA EL MALTRATO INFANTIL EN EL NEGACIONISMO DEL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL POR LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA.

Vaig escriure a la AEN demanat-los si admetrien una rèplica al seu article. Després d'uns quants emails creuats, finalment el nou director de la revista em va dir que podia escriure'ls una objecció en forma de carta (no d'article), que l'he reproduïda al post anterior. L'admissió d'aquesta carta crítica per l'AEN per una banda demostra el caràcter prou tolerant d'aquesta associació científica. Ja és molt, en aquests temps en que el negacionisme de la SAP té el suport del govern –promogut pel Ministerio de Igualdad- y del PSOE, una nefasta barreja de política i ciència que he qualificat de lysenkoista pel seu atac als Drets Humans. Els negacionistes es senten tan emparats políticament i tan segurs de les seves veritats ideològiques que defugen el debat, amb qualificar els seus oponents de "enemics dels drets de les dones" ja en tenen prou. També té mèrit l'AEN per haver admès la meva crítica donat que el meu treball estava ple de sarcasmes (recurs literari per amenitzar la seva lectura) contra ells. (Els vaig assegurar que si admetien la meva rèplica eliminaria tots els sarcasmes, començant pel del títol).

Per una altra banda veig que una mera carteta a l'editor no serveix de gaire per encetar un debat seriós sobre la cientificitat de la SAP i la seva qüestió més important: la defensa dels Drets Humans de la infància. He d'afegir que sobre la cientificitat de la SAP no em veig prou capacitat per pronunciar-me, donat que no sóc psicòleg. Jo només m'he pronunciat sobre les males raons adduides pels negacionistes des d'un punt de vista epistemològic i ideològic (deconstrutivisme postmodernista); la meva especialitat és la filosofia, no la psicologia. Quan em documentava per escriure la diatriba sobre Lysenko vaig llegir que els experts negacionistes que van convèncer els diputats al Congrés perquè prohibissin la SAP invocaven l'autoritat de la AEN. No sé fins a quin punt aquesta breu carta podrà dur algú a dir "els mateixos de la AEN no tenen una postura monolítica, admeten que cal aclarir moltes qüestions sobre la SAP"; no tinc la impressió de que això s'esdevingui així. En quant als negacionistes, pel tarannà mostrat fins ara, tant se'ls en donarà les raons –siguin bones o dolentes- que es puguin adduir contra ells.

Malgrat tot, des d'aquest raconet, aniré difonent aquestes raons com pugui. Això de la SAP no encaixa del tot amb el tema d'aquest blog, que tracta de masculinitat i rols de gènere, i no sobre els drets de la infància. En fi, tot sigui per una millor humanitas, com dic en la presentació de la dreta.

dijous, 17 de desembre del 2009

Carta publicada en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

Publicada en el nº104

Acerca del Síndrome de Alienación Parental (SAP) y su cientificidad

En el nº102 se desacredita el Síndrome de Alienación Parental (SAP) como un “constructo de naturaleza argumental, elaborado a través de argumentos inválidos (falacias)”. Sin embargo sus redactores parecen no haberse percatado que su mismo escrito es otro constructo aun peormente argumentado que no sólo cae en un grosero relativismo pseudocientífico sino que ha coadyuvado a menoscabar derechos de los infantes.

Las acertadas críticas del postmodernismo en los últimos 50 años han mostrado a la psiquiatría como ciencia que, para dar cuenta de la comprensión de las patologías mentales, el paradigma empírico biomédico causal es insuficiente, y que éste debe ser complementado con las disciplinas que esta corriente ha desarrollado: pragmática del lenguaje, sociología de la ciencia, etc. Dicho de otra manera, según las corrientes más sólidas del postmodernismo: toda ciencia es un constructo, ya que no es independiente del lenguaje con el que está formulada

Pero otra cosa muy diferente es que, como sucede en el nº 102, se soslaye el paradigma empírico –que fundamenta la legitimidad de la ciencia médica- y se pretenda dilucidar la cientificidad del SAP acudiendo únicamente a la hermenéutica y la crítica textual, es decir haciendo filosofía. El peligro de enredarse en el manejo de las categorías postmodernas, como les ha sucedido a sus autores, junto con la nula fundamentación empírica de sus afirmaciones –no aportan ningún estudio de casos que las sustenten-, les ha conducido a un relativismo que poco tiene de científico y mucho de ideológico.

Aún más: para levantar su constructo negacionista del SAP han recurrido únicamente a la obra de Gardner, que acuñó el término SAP a mediados de los 80, y han ignorado las numerosas ampliaciones, correcciones y revisiones producidas los últimos quince años (en España mismo hay publicadas tesis doctorales –basadas en investigación empírica de casos, no en crítica textual postmoderna). Y no sólo eso, sino que de esa obra obsoleta han seleccionado ad hoc los pasajes que más les interesaban para que encajasen en su invectiva ideológica erigida de antemano, siguiendo así las peores prácticas de cierto deconstructivismo postestructuralista que tantos desatinos produjo las últimas décadas.

Así, leemos que se atribuye al SAP que “apela a la falsedad inherente a los niños” “este concepto es clave para definir toda denuncia como falsa” “niega el papel del progenitor designado como alienado en el propio rechazo” “la mujer es la causa principal del SAP” “la alienación se trata como crónica” y otros muchos disparates que ningún profesional competente que trabaje con el SAP incorpora a su praxis –sin aportar ninguna demostración de quien, cuando y en donde han sucedido cosas tan tremendas.

Una de las virtudes del postmodernismo ha sido la de “deconstruir” discursos que se pretendían científicos u objetivos pero que de hecho oprimían o marginaban sectores sociales. Sin embargo, en ese noble afán deconstructivista no todo vale, ni todo (especialmente la ciencia) es un simple texto que se pueda interpretar según la corrección política del momento. Entre los defectos del postmodernismo se encuentra que puede alentar un relativismo no sólo epistemológico sino también moral. La visibilización de grupos cuyos derechos se vieron marginados a veces ha alimentado una “cultura de la queja” que utiliza el victimismo como argucia para conseguir derechos especiales sin deberes, con lo cual la universalidad de los Derechos Humanos queda erosionada.

La bienintencionada preocupación por la violencia de género que aún sufren ciertas mujeres ha llevado a los autores del nº 102 a absolutizar de tal manera sus derechos que no sólo caen en disparates como el que reza el abstract “el SAP…puede ser usado como amenaza para disuadir a las mujeres de abandonar su pareja cuando hay violencia de género” (la investigación muestra que el SAP habitualmente se desencadena después de la separación, no antes), sino que tal absolutización –considerarlas que únicamente pueden ser víctimas- invisibiliza los derechos de los niños si éstos están sometidos a maltrato psíquico por la madre. Ignoran todos los estudios etiológicos del SAP para reducirlo a una cuestión de género.

Un posible ejemplo puede estar en la sentencia nº256/08 de la AP. de Vizcaya. Los peritos habían verificado alienación parental en un menor y por tanto diagnosticaron SAP, pero la juez razona: “Los riesgos de la asunción de esta teoría [SAP](…) han sido igualmente advertidos por la AEN (…)Son cada vez más numerosos los profesionales (…) que valoran la formulación del síndrome como un modo más de violencia contra la mujer”. Esta sentencia, que revoca una condena anterior, no se basa en nuevas evidencias que podrían haber desestimado el primer diagnóstico SAP de los peritos, sino que lo que desestima es el mismo concepto de diagnóstico, con lo cual toda evidencia empírica recogida por los peritos se vuelve irrelevante. Es como cuando Galileo invitó al inquisidor a mirar por el telescopio que acababa de inventar y que probaba que Júpiter tenía satélites, y éste le respondió que no le hacía falta mirar por ningún artilugio puesto que ya sabía que los cuerpos celestes solamente son siete, igual que sólo hay siete pecados capitales y siete agujeros en la cabeza. Así, el SAP, como el telescopio para el inquisidor, no sirve para recoger e interpretar datos puesto que la evidencia empírica queda subordinada a la ideología políticamente dominante.

Con la moda postmoderna, las revistas universitarias de los Cultural Studies y los Gender Studies repetían que la ciencia es ideología. Ahora parece que en el nº102 de la AEN se pretenda hacer que la ideología sea ciencia.. Por eso este filósofo lamenta tener que haberse metido en la arena de los neuropsiquiatras –cuando carece de competencia en su disciplina- al advertir como algunos han olvidado el fundamento científico de su praxis para entrar en el deslizante campo del análisis y deconstrucción de significados, con graves consecuencias para atajar el maltrato psíquico a menores[1].

Enric Carbó


[1] Se puede leer un desarrollo de esta argumentación en http://www.filo.cat/textos/tesinasap.pdf

divendres, 11 de desembre del 2009

Articulo de Antonio Escohotado

Un maestro de la lengua castellana, en mi opinión.

FEMINISMO Y OPRESIÓN

En África y Latinoamérica es costumbre que los hombres hagan hijos a las mujeres, se ausenten durante algo más de una década y vuelvan a reclamar lo que –según ellos- es suyo, pidiendo al muchacho o a la muchacha que les trabaje o sirva, para saldar la deuda que tiene con ellos por haber nacido. Las señoras están allí totalmente resignadas a trabajar en la casa propia y fuera, en función directa de lo que necesite su prole, mientras los señores trabajan (cuando mucho) en uno solo de esos ámbitos. Los divorcios y separaciones tampoco provocan una merma notable en la renta del progenitor varón. En ese régimen selvático el animal de mayor tamaño come más, duerme más, trabaja mucho menos e incluso pretende que los otros miembros de la familia le rindan pleitesía, como si el destino le hubiese conferido un espíritu superior. Lógicamente, para las nativas casarse con un holandés o un canadiense puede parecer paradisíaco. En Asia, donde las gentes son bastante más laboriosas por término medio, la situación no es tan mala para el género femenino, pero tampoco halagüeña. En países islámicos las mujeres vienen a ser una cosa mueble de naturaleza particular, y el hinduismo mantiene vigente la compraventa de esposas. En zonas de predominio budista las nacidas en hogares humildes son instadas a ejercer la prostitución en beneficio de padres y hermanos pequeños, pues aquí también se entiende que los jóvenes deben pagar su crianza de alguna manera. Si la joven es dispuesta y agraciada físicamente saldará esa deuda en pocos años; cuando no sea ése el caso, o tenga escrúpulos, puede servir -muy mal pagada- en alguna casa, o asumir oficios aún más físicos, como la construcción o la estiba. Derivada de un derecho y una educación desigual, dicha situación no parece modificable sin que las africanas, las sudamericanas y la asiáticas organicen el cambio, pues de todos los bienes terrenales la libertad es el que más depende de conquistarlo uno mismo. Si las víctimas construyen esos cauces de reforma, se unirán a la protesta no sólo toda la mitad femenina de cada mundo, sino parte importante de la mitad masculina, como sucede en nuestra cultura. Pero no deja de ser llamativo que allí donde más se requiere organizar una resistencia, y la cohesión del proyecto común, más falten tanto lo uno como lo otro. Eso maniata a la parte civilizada del mundo, que puede apoyar las reivindicaciones de muchas maneras, aunque en modo alguno inventarlas. El principio libertario de no injerencia, establecido para proteger la esfera privada ante coacciones externas, vale aquí tanto como para el derecho a una búsqueda personal de la felicidad. Eso quiere decir que sólo será legítimo inmiscuirse cuando las medidas sean reclamadas de modo expreso, inequívoco y mayoritario. Una versión simplista atribuye el atraso en las costumbres a potencias coloniales, que con su mezcla de explotación y misiones demolieron sociedades prósperas, pacíficas, ajenas a la esclavitud y más atentas a los derechos de la mujer. Lo que cuentan algunas crónicas es más extraño, e incluso políticamente incorrecto. Herodoto menciona que en Babilonia la virgen se emancipaba acudiendo al templo hasta que algún varón arrojase una moneda en su regazo –tanto daba de oro como de estaño-, y yaciendo con él. Este rito, que a algunas les tomaba años (por falta de aspirante a sus favores), era el examen de grado para elegir cualquier cosa ulterior: matrimonio, soltería o promiscuidad. No tan distinta, la costumbre de muchas campesinas asiáticas es pasar unos años (tres o cuatro a partir de su primera menstruación) en la aldea natal, tejiendo y destejiendo las relaciones juveniles contraídas, otros tantos años en la profesión de Afrodita y, finalmente, volver a su pueblo con recursos para vivir en familia o para establecer un nuevo hogar por matrimonio. Dos libros recientes de antropología social -Las hermanas de Patpong de Cleo Odzer, una investigadora norteamericana, y otro de entrevistas a chicas de alterne en Bangkok, debido a R. Ehrlich y D Walker- niegan que esta situación les parezca un trabajo especialmente degradante o destructor, y confirman la falta de estigma social. En ese país las mujeres se piropean unas a otras exclamando: “¡estás guapa como una putilla!”. Aunque se encuentren separadas por milenios, nada es de peor agüero en estas tradiciones que el himen de la púber, justamente al contrario de lo que establecen monoteísmos como el cristiano, el hindú o el islámico, donde dicha membrana constituye una propiedad familiar y sólo se enajena por enlace formal. En sociedades avanzadas las relaciones heterosexuales son tan libres, desde la pubertad en adelante, que incluso instituciones tradicionalmente protegidas por el tabú y la pena capital –empezando por el adulterio- han dejado de figurar en los códigos penales, y no son alegables tampoco a efectos de reparación económica. De hecho, quienes asumen ahora las grandes controversias teóricas son colectivos gays y lésbicos, hasta el extremo de que los bibliotecarios anglosajones han troquelado la categoría “estudios queer” para clasificar una amplia producción de sociología, psicología, historia, literatura, religión y filosofía moral. Uno de sus temas recurrentes es dilucidar si la heterosexualidad resulta “una construcción del poder a través del lenguaje” (como propuso Foucault en su Historia de la sexualidad) o algo apoyado en sustratos orgánicos y genéticos. El otro gran dilema es adherirse a la corriente “integracionista” o a la corriente “separatista”, también llamadas acomodaticia y radical respectivamente. Como están privadas todavía del acceso a matrimonio y adopción, esas personas dicen –en los términos de Boti García Rodrigo, copresidenta del Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid (Cogam)- que “somos ciudadanos de segunda clase, objeto de burla e insulto, para quienes la democracía no ha llegado aún”. En una pequeña ciudad tailandesa, viendo a dos peones de albañil femeninos preparar cemento, mientras al otro lado de la calle unas rameras juveniles piden a panzudos turistas que simplemente se dejen acompañar por ellas, estaba fuera de duda que si una mujer le cortase el pene a su marido mientras duerme sería castigada, con mayor o menor rigor atendiendo a las circunstancias del caso. No hace mucho, en los USA, una mujer fué declarada inocente y absuelta tras hacer precisamente eso a un esposo dormido, con el respaldo de algunas asociaciones que propugnaban talas fálicas indiscriminadas si se producía otro veredicto. El feminismo belicoso prolifera mucho donde ya reina una igualdad jurídica, y prácticamente nada donde esa igualdad brilla por su ausencia, como sucede en Asia, Africa o Latinoamérica. Los cínicos dirán que el varón resulta menos apreciado -o consentido- allí donde menos canalla resulta con su media naranja. Por otra parte, se entiende perfectamente que un rencor indisimulado sólo aflore al diluirse el miedo a represalias domésticas y públicas. Pero la emancipación de la mujer es irreversible, y veremos si en aquellas regiones donde más urge viene acompañada en la misma medida por ánimos de revancha. Ateniéndome a Asia, hombres y mujeres parecen coincidir en lo que sugiere un viejo refrán: nadie es más que nadie (aunque no podamos ser más distintos los unos de los otros).

Antonio Escohotado
Artículos publicados 2003
http://www.escohotado.org

diumenge, 6 de desembre del 2009

Identidad masculina, trabajo, sexismo y clases sociales.

Para la mayoría de la gente, el trabajo es fundamental en la construcción de su identidad, el determinante primario de lo que se es. En las sociedades occidentales, entrar en el mundo del trabajo significa alcanzar la hombría. Es el rito de iniciación actual del hombre. Su entrada en el mundo público y productivo. Las definiciones culturales de la masculinidad dan un énfasis particular al papel del hombre como proveedor en el hogar. Funcionan de este modo como parte de una red de suposiciones ideológicas que apoyan la división sexual del trabajo entre hombres (público/productivo) y mujeres (privado/doméstico), aunque esto esté cambiando en las últimas dos décadas. De la misma forma, las expectativas acerca de la masculinidad fusionan los roles de “hombre” y “trabajador”: ser un hombre exitoso es ser un alguien productivo y cumplidr en el trabajo.

Para los hombres, la capacidad de proveer no sólo representa una cierta posición social, sino que garantiza los derechos a una cierta independencia económica. Dadas las potentes conexiones entre el trabajo y la masculinidad, no es sorprendente que el desempleo traiga consigo el estigma de una masculinidad fallida y de una dependencia “forzada”. De hecho, los medios de comunicación invariablemente pintan al hombre desempleado como “hombre derrotado”, atrapado, en peligro, como si estuviera en alguna medida castrado y reducido a pasar sus horas en el hogar “femenino”. La fuerza de la identidad de género como ideología se deriva del hecho de que a la hombría se la confunde fácilmente (y deliberadamente) con la masculinidad biológica. Así, a las construciones ideológicas se les otorga el estatus de “lo natural”.

En este contexto, no es una coincidencia el que los valores masculinos reflejen los valores que caracterizan la economía y la ideología del capitalismo actual: competitividad, autoridad, individualismo, fuerza, agresión y jerarquías. De hecho, la noción del hombre “proveedor”, tal como existe actualmente, surgió con el advenimiento del capitalismo industrial en la segunda mitad del siglo diecinueve. En la sociedad precapitalista, si bien la masculinidad y el patriarcado eran afirmados mediante el trabajo en la transmisión de ocupaciones de padre a hijo, la producción era generalmente una empresa llevada por toda la familia desde el hogar (comunidades agrícolas y artesanales). Además, en el contexto de la obligación general de trabajar, la masculinidad adquiere un especial significado político. Dado que los hombres perciben el trabajo como parte integral de la identidad masculina, como una responsabilidad “natural”, la masculinidad funciona en la práctica como un elemento que refuerza la actual organización del trabajo y como un freno para que surja una nueva organización. De manera similar, es más probable que los hombres desempleados vean su suerte como una derrota personal y no como una razón para cuestionar el sistema que los convierte en inservibles para producir y para consumir.

Este aspecto de la masculinidad es particularmente importante cuando se analizan cuestiones de clase. El trabajo raras veces es una experiencia gratificante o satisfactoria. No es el lugar donde se cumple la promesa de la independencia o del poder masculinos. Por el contrario, el ingreso al trabajo de un joven suele ser en la práctica una garantía de subordinación constante, a no ser que pueda escalar puestos. En muchos trabajos, esto es imposible. Largas horas, bajos ingresos, tareas repetitivas y en absoluto desafiantes, monotonía y una continua subyugación a la incuestionable autoridad del jefe caracterizan la realidad del trabajo para la una inmensa mayoría de hombres y mujeres, sobre todo si tienen una baja cualificación profesional. Como consecuencia, el estilo de masculinidad de los hombres de los escalones inferiores de la sociedad tienden a compensar la falta de poder político y económico con un estilo de machismo más inmediato y agresivo. También sirve para promover formas de solidaridad colectiva en el lugar de trabajo, en los rituales de camaradería que se evidencian en las bromas, el consumo de alcohol, etc. Los “rituales machistas” en el lugar de trabajo, más que desafiar la organización del trabajo, la hacen tolerable. Ciertamente, la masculinidad alienta a los hombres a identificarse como grupo, en oposición a las mujeres, evitando que hombres y mujeres se identifiquen como trabajadores subordinados con intereses de clase particulares. En este sentido, la masculinidad genera solidaridad entre hombres de clases diferentes. Por otro lado, las relaciones entre hombres en el lugar de trabajo tienden a ser en general defensivas y superficiales. Esto podría atribuirse en gran medida a la competitividad, la represión de las emociones y la homofobia de la masculinidad convencional.

Por su parte, la masculinidad de la clase media tiende a definirse más por la autodisciplina que por las relaciones de autoridad, más por el individualismo que por metas colectivas o culturales. Si bien la masculinidad de la clase media cultiva un estilo más austero y restringido, ciertamente no es menos misógina, competitiva o dominante. La masculinidad, aunque fracturada parcialmente por la clase, une a los hombres como grupo al permitir actitudes y conductas sexistas. Sin embargo, es importante recordar que el poder no es compartido de igual forma entre todos los hombres: es la minoría de hombres con elevados ingresos la que ejerce mayor influencia en las instituciones que refuerzan y mantienen el sexismo, los estereotipos de género y los patrones de la organización del trabajo.

En general, el movimiento de hombres antisexistas ha evadido, hasta cierto punto, el abordaje de los asuntos de trabajo y clase.

Probablemente en esto haya dos razones principales. En primer lugar, los asuntos relacionados con el trabajo, el capitalismo y sus conexiones con el sexismo y la masculinidad son relativamente difíciles, y a menudo no se los considera particularmente relevantes. En segundo lugar, el movimiento de hombres es un fenómeno predominantemente de clase media y, debido a las divisiones de clases sociales, no comparte una base cultural común con los hombres que no pertenecen a la clase media.

Los movimientos de hombres deberían considerar que, aunque suelan priorizar el desarrollo personal, no es probable que consiga atraer a muchos hombres de la clase trabajadora. La mayoría de éstos no tiene la energía, el tiempo libre o la libertad personal que se requieren para tal compromiso. El movimiento de hombres debe llevar activamente su lucha contra el sexismo a la cultura del lugar de trabajo, y esto probablemente pueda lograrse mediante proyectos conjuntos con los sindicatos. Esta tarea también necesita ser realizada sin perder de vista las realidades de la estructura del trabajo. Por ejemplo, no es probable que la mayoría de hombres de la clase trabajadora algún día cercano tenga suficiente seguridad laboral ni “valor de mercado” como para conseguir el establecimiento de disposiciones para lograr, por ejemplo, permisos de paternidad en la práctica. El futuro de los grupos políticamente movilizados en torno a los asuntos de violencia masculina, sexismo y masculinidad radica en su capacidad de apreciar adecuadamente y actuar sobre las interconexiones de todas las formas de opresión.

Por Mike Leach


Alfonso Colodrón.

Terapeuta gestáltico y consultor transpersonal.

www.alfonsocolodron.net

dimecres, 25 de novembre del 2009

El cas Lysenko i el negacionisme polític de la SAP

Versión en castellano

1. Lysenko fou un biòleg soviètic que en l’època de Stalin va defensar que els caràcters adquirits es podien heretar. És a dir, seguia les obsoletes teories de Lamark en comptes de la genètica de Mendel. Així, Lysenko proclamava que, amb la seva tècnica anomenada vernalització, es podia alterar la naturalesa de les plantes en la direcció que interessés, per la qual cosa els russos, en el futur, gràcies al comunisme i a la seva ciència aplicada a l’agricultura, viurien cada vegada millor. Això va agradar en extrem a Stalin i la seva propaganda: la premsa soviètica reportava delerosament els “èxits” de les iniciatives de Lysenko (malgrat que al final, amb el temps, totes mostraven fracassar). Un gran científic, el genetista Vavilov, va augurar un desastre per a l’agricultura russa si aquestes ocurrències no suficientment contrastades es portaven a la pràctica. Lysenko però, s’havia fet amb la presidència de l’Acadèmia de Ciències Agrícoles de la URSS i des d’allà castigava els científics teòrics que no estaven al servei del “poble”. Les seves tesis, a més a més, havien estat aprovades ni més ni menys que pel Partit Comunista de la URSS: veritat científica, materialista i proletària –no podien estar equivocades. El mateix Stalin havia proclamat el seu favor a Lysenko i la superioritat de la pràctica sobre la teoria, pròpia de científics diletants que no s’implicaven en la causa de la redempció proletària. En aquella època, dissentir de la veritat científica proclamada pel Comitè Central del PCUS es pagava molt car. Vavilov fou reduït al silenci i morí entre reixes, i la genètica fou declarada oficialment “pseudociència burgesa”. Per tant, el proletariat va ser protegit amb la veritat oficial i als enemics del poble se’ls va fer callar, però la ruïna en que va quedar sumida l’agricultura soviètica va durar dècades.

2. El Sr. Lorente Acosta, infatigable Delegat per la Violència de Gènere al Ministerio de Igualdad, per fi ha pogut donar carta jurídica al negacionisme de la SAP (Síndrome d'Alienació Parental) que el seu company el catedràtic Jorge Corsi[1] juntament amb ell mateix i altres croats misàndrics van començar fa pocs anys . Han aconseguit que el Congrés dels Diputats recomani prohibir l’ús de la SAP als jutjats. Com van dir els experts[2] que van assessorar els diputats: és una pseudociència inventada per un pederasta que ara invoquen els masclistes per continuar maltractant la ex. La veritat, si la primera vegada que sento parlar de la SAP em diuen que tracta de semblant abominació també m’hauria horroritzat i indignat: dones i nens amenaçats per la pseudociència de la SAP! Una reacció del patriarcat contra els avenços que han aconseguit les dones; “Backlash neomasclista”, en paraules de Lorente. Lysenko i les seves teories, amb el suport del Partit i de la premsa, també va ser sempre molt popular front a la pseudociència burgesa (els biòlegs que “estimen les mosques i detesten el poble”, en paraules de Lysenko), enemiga del proletariat i dels seus avenços sempre amenaçats per la reacció.

3. Abans de grimpar a la primera línia política el Sr. Lorente ja havia donat bones mostres de les seves inquietuds científiques i socials[3]: Te publicat un llibre on, basant-se en la seva competència científica de metge forense, afirma que Jesús no va morir a la creu. De moment tal mèrit no l’ha dut a ser reconegut com el deconstructor del cristianisme (sembla que el Vaticà continua més preocupat per Nietzsche i per Marx que no pas per la gran troballa científica de Lorente) i ni tan sols l’ha dut a “4º Milenio” de l’Iker Giménez o a competir amb aquells best-sellers de José Luís Benitez amb la sèrie “El caballo de Troya”; senzillament ha acabat com ideòleg del Ministerio de Igualdad. La prohibició de la SAP als tribunals només és un dels seus èxits parcials en el gran programa de redissenyar una nova masculinitat que redimeixi les dones i la societat sencera del reaccionarisme patriarcal.

4. La premsa espanyola es va començar a fer ressò de la SAP l’any 2007 quan alguns tribunals van canviar la custòdia de menors en favor del seu pare perquè havien detectat manipulació –maltractament psíquic- sobre l’infant. En concret, a Tenerife, un jutjat donà la custòdia a un pare sobre el que pesaven unes acusacions tremebundes. Les organitzacions feministes van organitzar manifestacions i l’advocada de la mare clamava perquè havien entregat les dues nenes a un monstre. Les televisions sensacionalistes s’hi van presentar, així com també el diari El Mundo que va publicar uns reportatges esborronadors acompanyats de l’autoritzada opinió de l’expert Sr. Lorente que, en un article, qualificava la SAP de “Patraña pseudocientífica”.

5. Per aquella època també es va esdevenir el “Cas Manresa” que va ser el més famós mediàticament i desfermà totes les alarmes del lobby del feminisme del ressentiment. El psicòleg Sr. Montero Gómez, designat com expert en violència pel lobby al qual serveix, va desplegar la seva ciència per denunciar tal sentència fonamentada en l’ideològic SAP (es pot llegir una excel·lent rèplica escrita per un filòsof a tal ciència). Quan mesos més tard el Col·legi Oficial de Psicòlegs va dir que això de la SAP és quelcom seriós que cal investigar, el Sr. Montero també va intervenir amb un escrit més semblant al d’un picaplets que al d’un científic (servituds de la militància al lobby...). Ara ha estat un dels experts que ha alliçonat als diputats amb el resultat polític que comentem.

6. L’autor d’aquest blog ha escrit bastant sobre la SAP, però reconeix no tenir prou competència per pronunciar-me sobre la seva cientificitat –no soc psicòleg; El meu intent és abordar el tema des de la epistemologia i el deconstructivisme postmodernista. Tanmateix, els Srs. Lorente i Montero, si de veritat volen fonamentar científicament el seu negacionisme, no cal que acudeixen a la retòrica ideològica van usar el 2007; ara simplement es pot fer un seguiment del que llavors van denunciar, doncs ja ha passat temps per extreure resultats basats en el cas Manresa i Tenerife. Al menys, aquestes conclusions estarien empíricament fonamentades en un estudi de casos reals. ¿És cert que aquestes sentències van ser aberrants per basar-se en una ideologia masclista i pedòfila? ¿Com estan actualment les nenes a les que el jutge va canviar la custòdia, millor o pitjor? ¿Han estat abusades o violades pel monstre que se suposava que era el seu pare? ¿Què han dit els tècnics dels jutjats, si és que han fet un seguiment? ¿Si aquests es van equivocar amb fets tan greus, ja se’ls ha demanat de rendir comptes? Per desgràcia jo no he tornat a llegir res a la premsa sobre aquests casos, per tant no tinc la resposta a aquestes preguntes.

7. La dificultat de la diagnosi SAP sorgeix perquè, en els casos greus (quan la justícia sol intervenir), l’infant alienat col·labora activament amb l’alienació, per això l’alienador pot dir “Manipular jo? És el mateix fill qui el rebutja, això és perquè alguna cosa haurà fet l’altre, no jo” (“por algo será” que deien les nenes de Canàries). Si amb aquest estudi de la continuïtat de casos en que s’ha diagnosticat SAP –una manera científica per a no caure en controvèrsies ideològiques- aquelles previsions apocalíptiques de Lorente i companys quedessin demostrades (és a dir, que les nenes han patit abús per part d’un maltractador), confesso que hauria d’admetre que el negacionisme té raó i que la SAP no és una eina adient per prevenir el maltractament psíquic infantil. En terminologia popperiana: la SAP no només seria falsable –que ara ja ho és- sinó que quedaria falsada. Caldria enviar la SAP a les escombraries de la ciència com la hipòtesi del flogist, la frenologia i tantes altres teories que s’han evidenciat equivocades. Donat el poder que tenen aquests lobbies feministes, em sembla que si aquelles acusacions haguessin quedat demostrades, la bomba mediàtica hauria durat setmanes. Tanmateix, com he comentat, jo no he llegit res en aquest sentit. És com amb Lysenko, la premsa reflectia les seves previsions, però no els seus resultats.

8. Ara bé, si aquest no ha estat el cas, i les nenes no han estat abusades ni maltractades sinó que han millorat (repeteixo, ignoro si aquest ha estat el cas), no només queden invalidades les tesis negacionistes del lobby de Lorente i companyia sinó que, el més greu, d’haver fet cas als seus supòsits s’hauria abandonat les nenes a una terrible situació de maltractament. La literatura científica ha recollit nombrosos testimonis de les devastadores seqüeles per als infants sotmesos a la SAP, unes conseqüències de difícil remei que es poden allargar en tota una vida de dolor i desestructuració[4].

9. De moment, els Srs Lorente, Montero Gómez i demés afiliats al lobby ultrafeminista i al Ministerio de Igualdad sembla que no han tingut tant d’interès en validar aquesta tasca científica d’estudiar el seguiment de casos on s’ha diagnosticat SAP com sí que l’han tingut en prosseguir la campanya política i ideològica de desacreditació del la SAP per masclista. La lluita ideològica pels grans principis emancipadors deu ser més important que el benestar concret de Judith i tants altres nens i nenes. Cal reconèixer que aquests croats han fet un treball eficaç, de la mateixa manera que en el seu dia el va fer Lysenko barrejant ciència i política. Els paral·lelismes amb la Rússia stalinista de moment es queden aquí, doncs no es ficarà ningú a la presó per defensar la validesa de la SAP, com li va passar al pobre Vavilov per defensar la genètica. En aquella època qui va pagar el preu fou el poble rus amb fam a causa dels desastres agrícoles. Ara la desinformació dels nostres polítics, per escoltar fanàtics disfressats de científics, la poden acabar pagant milers de nens sotmesos a maltractament psíquic invisibilitzat pel dogmatisme ideològic.

10. He dit “poden” perquè ja veurem fins a quin punt els professionals utilitzaran o deixaran d’utilitzar una categoria diagnòstica perquè així ho mani la llei (per molt que aquest sigui el somni lysenkoista del lobby). Aquesta mesura política suposo que es farà servir com una eina de pressió. En aquesta informació es pot veure un bon exemple de com actua el lobby: denuncia contra uns professionals d’un Punt d’Encontre Familiar perquè en la seva feina de protegir els infants de maltractament van usar la paraula SAP (o “altres denominacions”, com subratlla la denúncia). El maltractador no sol reconeixer-se a si mateix com a tal (“manipular jo?!”), si ara s’invalida l’eina diagnòstica que el detecta, no només demanarà impunitat com clamaven les mares de Tenerife i Manresa, sinó que fins i tot podrà denunciar a qui s’atreveixi a usar la categoria SAP per assenyalar maltractament. Davant aquest ambient qui sap quants professionals evitaran “mullar-se” per estalviar-se problemes, com van fer tants científics durant l’època de Stalin i Lysenko. Com diu la recomanació a l’apartat V.iii 10 de l’informe de la Subcomisió de Violència de Gènere del Congrés de Diputats: “La no aceptación del llamado Síndrome de Alienación Parental (SAP) ni la aplicación de su terapia, por parte de los tribunales de justicia, de los organismos públicos ni de los puntos de encuentro

11. ¿Lysenko s’ha instal·lat entre nosaltres?

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[1] Sembla, però, que el Dr. Corsi només abomina dels masclistes madurs. El seu pedagògic deler per una nova masculinitat –que tenia encantades a les feministes de la subvenció, per això als actes que organitzaven estava tan sol·licitat - el duia a una philia molt especial amb els jovenets, especialment els de classe baixa, tot i que aquests acostumen a ser bastant masclistes. Aquí hi ha una semblança d’aquest expert –un pèl apassionada per al meu gust..

[2] Els Srs. Lorente i Montero Gómez, la Sra. Pérez del Campo i altres experts d’organitzacions ultrafeministes misàndriques. No va comparèixer cap psicòleg dels que ha investigat empíricament la SAP, i n’hi ha una bona colla de catedràtics, doctors i molts altres que treballen amb nens maltractats i les seves famílies.

[3] Aquí es pot llegir una maliciosa biografia –i ideològicament carregada- del Sr. Lorente. Certament invasiva amb la seva privacitat familiar. El que diu sobre les falsedats estadístiques que fica als seus llibres no sé si és veritat, no ho tinc contrastat

[4] Per a més detalls es pot consultar la pàgina 31 del meu treball: http://www.filo.cat/textos/tesinasap.pdf

Versión en castellano

dilluns, 23 de novembre del 2009

Un document sobre el gènere gramatical i el llenguatge no sexista

La superficialitat de la correcció política pseudo-feminista sovint porta a confondre el gènere gramatical amb el gènere com a construcció social, i d’aquí extreuen els consabuts discursos culpabilitzants sobre la discriminació de les dones per part dels mascles, aquesta vegada a càrrec de la gramàtica. Més d’una vegada he tingut discussions pel gènere gramatical amb persones ben intencionades però bastant desconeixedores de com funciona la llengua. Fins on jo sé, la divisió gramatical en un gènere, o dos (com el català) o tres (com l’alemany) és molt més anterior –segons els gramàtics històrics- que la divisió patriarcal en que als homes se’ls assigna el rol públic/productiu i a les dones el privat/reproductiu. Una divisió que si es rigiditza perjudica a ambdós, ja que els privilegis –seguint el Marx més clàssic- tenen més a veure amb el sistema de classes que amb el de sexe/gènere (tot i que cert feminisme ha tingut prou èxit en readaptar com a guerra de sexes allò de la lluita de classes dels catecismes marxistes, i assenyalen els homes com la classe privilegiada i les dones la classe oprimida al llarg de tota la història, un disbarat que no té cap base històrica malgrat que en alguns ambients frueix de popularitat). Sobre sexe i gènere es pot consultar aquesta entrada del blog

En fi, que aquest document de la Universitat de les Illes Balears, Departament de Filologia Catalana i Lingüística General, és del tot encomiable per la claredat de la seva exposició. Fins i tot fica exemples de com aquesta artificiositat del llenguatge políticament correcte du a incoherències que poden crear dubtes sobre el significat. (Ho confesso: jo mateix he caigut en l’error d’emprar “el professorat” que esmenten com a exemple...).

dimecres, 18 de novembre del 2009

Legislació misàndrica II

M’ha agradat aquest comunicat d’associacions de pares i mares que defensen un jutge que ha criticat la nova legislació que comentava al post anterior. Parla que aquesta proposta de llei només considera lesiu la relació d’un infant amb un maltractador però no amb una maltractadora, com si tal cosa no existís. També parla del “dret penal de l’enemic”, un concepte que dóna per suposat que a la societat no només hi ha persones sino també enemics als quals cal privar-los de drets que tenen la resta de delinqüents. Veig que és un concepte que enllaça amb el que deia a l’anterior post de la igualtat de les persones i els drets especials que trenquen aquesta igualtat segons les propostes del feminisme del ressentiment.
De tota manera no sé si l’he encertat amb aquest títol de “misàndrica”, doncs a més a més dels homes, els que de veritat surten perdent amb aquestes lleis són els nens, com subratlla aquest altre comunicat de ASEMIP, una associació que vetlla pels seus drets. La Síndrome d’Alienació Parental és una eina per protegir els infants del maltractament psíquic, i ara la volen invalidar per motius ideològics. He escrit bastant sobre la SAP i el seu negacionisme, que aquest sí que és ideològic perquè no aporta proves empíriques que falsin la teoria del SAP. De tota manera, el negacionisme no pretén tant negar la qüestió de “Síndrome” –que entenc que és discutible i fins i tot podria perfectament ser rebutjat si s’aportessin proves contrastades (fins ara no n’he llegit a cap lloc)- com sobre tot negar el fenòmen (la Alienació Parental) que la síndrome pretén descriure, és a dir: neguen la possibilitat que una mare (i de retruc un pare) pugui maltractar psíquicament un infant portant-lo a que trenqui amb vincles afectius que li són necessaris. Amb això s’avala la impunitat del maltractament, la seva invisibilitat i la impossibilitat d’erradicar-lo.

dimecres, 11 de novembre del 2009

Legislació misàndrica

Em quedo astorat de veure les lleis que s’estan proposant respecte de les relacions home/dona/fills: amb una mera denúncia d’agressió a la dona, sense comprovar res més, es vol apartar l'home dels seus fills i fer-li perdre la pàtria potestat. Hom es podria preguntar perquè no proposen aquesta mesura per a les dones condemnades a presó que tenen els seus fills amb elles. (Espero que ningú es prengui seriosament aquesta pregunta retòrica, no pretenc corregir una barbaritat amb una altra de més grossa. Simplement vull mostrar l’asimetria de drets i deures de les lleis actuals respecte d’homes i dones). També es pot preguntar si pensen aplicar aquestes mesures a les parelles de lesbianes amb fills quan hi hagi maltractament (hi ha estudis que diuen que els nivells d’agressió entre lesbianes són superiors a les parelles hetero).

Veig doncs que es dóna una nova volta de cargol amb lleis misàndriques, és a dir, no en funció de l’acte punible, sinó en funció del grup al qual pertany el perpetrador (per als homes, una pena especial per ser-ho). Una conquesta fonamental de la Il·lustració fou la igualtat de tota persona (això vol dir independentment de sexe o altres condicions socials) davant la llei. La regressió etnocèntrica propiciada per certs grups que innegablement han estat marginats (com les dones), gràcies al discurs postmodern que ha fet de la victimitis una senya d’identitat, ara ha aconseguit que siguin subjecte de drets especials, és a dir, no iguals per a tothom. El problema d’aquests discursos victimistes, etnocèntrics i regressius és que, si el grup abandona la seva condició de víctima, aquests drets especials perden la seva justificació. Per això hi ha tantes dones desafectes o fins i tot furioses (a més d’homes emprenyats) amb aquest rol de gènere que el feminisme del ressentiment promou per a elles, ja que perpetua la seva situació com a éssers sense responsabilitat -i per tant sense llibertat- necessitades de la paternal tutela de l’Estat amb lleis especials.

La notícia també diu que demanaran als jutges que no acceptin la Síndrome d'Alienació Parental (SAP). El delegat de la Violència de Gènere, Sr. Lorente Acosta, per fi ha aconseguit donar carta jurídica al discurs negacionista del seu antic company de croada misàndrica Dr. Jorge Corsi, el pioner en llengua castellana de negar la SAP acusant-lo d’argúcia masclista (ambdós havien participat colze amb colze en nombrosos fòrums -ben subvencionats- del feminisme del ressentiment) . Tanmateix ni el catedràtic Corsi, ni Lorente ni la resta de SAP-negacionistes han aportat encara cap prova empírica (sustentada en estudis de casos, per exemple) que doni suport a aquest negacionisme -abunden les proves en sentit contrari: gràcies a la diagnosi SAP s’ha pogut protegir de situacions de maltractament psíquic molt greus a infants amb nom i cognoms. Per no citar les mares que estan patint aquesta tragèdia a causa del maltractament de l'ex-marit sobre els fills (com assessor filosòfic he treballat amb mares que ho estant patint -alguns casos són terribles).

Per als negacionistes això últim és impossible, perquè segons el seu dogma -que ara volen convertir-lo en llei-, el SAP és un constructe reflex de d’ideologia patriarcal, usat pels masclistes que es fan la víctima per desacreditar les mares custòdies i continuar agredint-les; si els fills rebutgen el pare és perquè "alguna cosa haurà fet". Al ficar la SAP dintre de la ideologia de gènere, els resulta impossible admetre que una mare també pugui ser rebutjada igual que un pare, ja que llavors no podria ser un "constructe de gènere". Ja se sap que, per als fanàtics, si la realitat contradiu el seu dogma, doncs neguen la realitat; i es repeteix ad nauseam que la SAP és un invent masclista -ara, amb l’aval de la llei. Crec que era T. Jefferson qui deia que "la mentida sempre necessita de l’ajut del govern, perquè la veritat ja va sola".

La postmodernitat ens ha ensenyat com sota molts discursos pretesament "objectius" s’amagava el poder i l’opressió (masclisme, racisme, imperialisme, especisme...) Això però, portat a l’extrem, porta a creure que tota diferència entre grups socials és deguda a l’opressió, d’aquí el gran atractiu que per tota mena de grups té la victimitis, ja que en vindicar-se víctima hom justifica l'obtenció de drets especials. El problema és que quan hi ha una víctima cal trobar un victimari -l'home blanc heterosexual, com Empar Moliner bromejava l'altre dia. Cal reconèixer que la branca del feminisme del ressentiment ha reeixit totalment en aquesta visió reactiva, al menys entre els polítics, front a altres branques del feminisme que insisteixen en la responsabilitat de les pròpies dones per transcendir els rols de gènere opressius (Això també és el que ens toca als homes!! –i he de reconèixer que anem molt retardats front a elles!). Aquests lobbies han aconseguit imposar una visió de les relacions home-dona únicament confrontativa -i per tant, les lleis cal redactar-les segons aquesta visió. Per sort observo com la realitat que m’envolta no és així de confrontativa, al menys no sempre, tot i aquestes lleis que pretenen canviar-la. La polaritat en les relacions home-dona crea tensions inevitables, però no necessàriament una guerra que cal resoldre amb vencedors i derrotats. Les paraules de Jefferson em serveixen de consol.

divendres, 30 d’octubre del 2009

article d'Empar Moliner

Veig que els dilluns "El País" publica a la secció de Catalunya un sermó de la Sra Lienas adobat dels tòpics misàndrics i victimistes que suposo que per a ella deu significar el feminisme. Quan ho llegeixo em deixa prou astorat el el nivell del que podriem anomenar "control de qualitat" del diari respecte dels seus col.laboradors. El d'aquesta setmana, amb la "perspectiva de gènere", ha estat antològic. Sort que desprès vaig llegir aquest article d'Empar Moliner a l'Avui on fa una rèplica amb tanta sensatesa i també humor que ho vull reproduïr. M'hi identifico completament, ademés de dir-ho millor del que jo ho hagués pogut dir.

dimarts, 27 d’octubre del 2009

El feminismo en la Modernidad y sus derivaciones postmodernas

Para finalizar el máster en Práctica Filosófica y Gestión social que cursé en la Universidad de Barcelona redacté un trabajo en el que hablo de postmodernismo y feminismo, sobre todo basándome en la obra de Ken Wilber y su filosofía integral. Copio algunos framentos que tienen que ver con la masculinidad y la política

La separación de las tres esferas que trajo la Ilustración, tal como hemos explicado al inicio, entre otras cosas liberó la esfera biológica de la política. Por tanto, y por primera vez en la historia, se abrió un discurso de liberación de la mujer. Antes de Mary Wollstonecraft u Olympia de Gouges, primeras autoras feministas de finales del s. XVIII, la mujer tenía su destino definido por la naturaleza de su sexo. Al diferenciar estas esferas no hubo pues ninguna razón para que las mujeres no pudieran entrar en el mundo de la acción pública. El derecho a las cosas empezó a sustituir al poder que hasta entonces regía. Fue un avance indiscutible que las mujeres asumieran la acción cultural en el nuevo mundo diferenciado, un derecho que antes no había sido impedido porque, simplemente, no tenia sentido al no estar diferenciadas esas tres esferas de la modernidad. Las mujeres como agentes históricos sólo pudieron emerger con esa diferenciación; antes, ese rol sólo caía en el hombre como padre-patriarca, con lo cual podemos hablar de una co-emergencia, paralela a otros movimientos de emancipación política como los movimientos antiesclavistas, democráticos, etc.

Actualmente hay al menos una docena de grandes escuelas feministas (liberal, socialista, ecológica, espiritualista, anarquista, lesbiana, marxista, cultural, constructivista, la centrada en el poder, etcétera). De modo que, a pesar de lo que afirman ciertas feministas, no existe el menor consenso sobre la “voz” característica de la mujer.

Habitualmente los investigadores se refieren a las diferencias biológicas con el término sexo y a las culturales con el término género. Sin embargo, muchas veces se cae en dos errores. El primer error (frecuente entre los conservadores) es creer que las cuestiones de género están determinadas por las diferencias de sexo, por tanto hablar de biología es casi como hablar de destino. El segundo es concluir que las diferencias de género son meras construcciones culturales.

Hay algunas feministas que sostienen que entre ambos sexos hay diferencias insalvables. Al igual que los sociobiólogos, se centran en importantes aspectos del fundamento biológico de la diferencia entre sexos. La investigación intercultural ha demostrado que no hay nada “androcéntrico” en las diferencias de sexo: el valor real ligado a esas diferencias de sexo varía de cultura a cultura. Las nuevas investigaciones en antropología, tanto feminista como ortodoxa, subrayan la importancia de estos factores (por ej. la mujer pare y el hombre tiene más fuerza física) a la hora de explicar los diferentes roles en la esfera privada y productiva, cuando la explicación basada en la teoría de la imposición se reveló como falsa (aunque en España algunos no se han enterado).

En el otro extremo nos encontramos con el constructivismo cultural, que ha aportado profundas comprensiones a las pautas intersubjetivas dentro de las cuales se encuentran hombres y mujeres. Sin embargo, algunos feminismos, siguiendo la tendencia postmoderna expuesta anteriormente, han llegado a absolutizar esa perspectiva constructivista negando los otros enfoques feministas y científicos, con lo cual, al no poder reconocer su influencia acaban atribuyéndola a la opresión. Así, llegan concluir que hasta las diferencias de función biológica son fruto de la imposición de una ideología masculina[1] que se pierde en la noche de los tiempos. Éste enfoque, llevado al extremo, define a las mujeres como moldeadas por otro (precisamente la misma definición que pretenden superar), y a los hombres como opresores de una u otra especie


[1] Si todas las diferencias fueran meras construcciones culturales arbitrarias, entonces el embarazo y la lactancia serian resultado de una confabulación del patriarcado

dijous, 22 d’octubre del 2009

La teoría de la imposición

Para finalizar el máster en Práctica Filosófica y Gestión social que cursé en la Universidad de Barcelona redacté un trabajo en el que hablo de postmodernismo y feminismo, sobre todo basándome en la obra de Ken Wilber y su filosofía integral. Copio algunos framentos que tienen que ver con la masculinidad y la política

Tanto los investigadores ortodoxos como las feministas están de acuerdo en que, prácticamente en todas las culturas, el poder de los sexos ha sido repartido asimétricamente. Ha habido algunas sociedades más o menos igualitarias (sobre todo las hortícolas basadas en la azada) y otras en las que dominaban los hombres, pero jamás al revés, a saber: sociedades de dominio femenino en los campos público/productivos.

Ante la pregunta “¿Por que las mujeres no han sido superiores a los hombres en su acceso a los recursos naturales escasos?”, ciertas corrientes feministas postmodernas recurren a la “teoría de la imposición”: porque los hombres han sido muy, muy malos, astutos y violentos, de ahí la histórica minusvaloración de las mujeres. Otras feministas que estudian el poder, como Janet Chafetz[1], responden señalando que esa minusvaloración se dio porque ellas no se especializaron en los roles del sector público/productivo, que siempre ha sido más valorado. Y a continuación se hace la pregunta crucial: ¿Por qué las mujeres, como categoría, nunca se especializaron en los roles público/productivos? Su investigación sobre esa diferencia en la asignación de roles ofrece una respuesta basada en razones de eficiencia, sustentada en parte en hechos biológicos (mayor fuerza de los varones, por ej. al manejar el arado). Los datos que aportan Chafetz y otros colegas son que, en situaciones de amenazas, desastres o escasez, la fuerza física de los hombres pasa a valorarse mucho y los sexos se polarizan espectacularmente. Esto comporta una enorme tensión ambos (de hecho Chafetz asegura que los hombres lo tienen peor, ya que sólo ellos son los responsables de la defensa). Acudir a la opresión como explicación causal de estas diferencias es inadecuado y deficiente en casi todos los aspectos, pues entre otras cosas, no encaja en la curva de datos de las investigaciones de diferentes culturas en diferentes modos de producción[2].

En otras palabras, la polarización de los sexos, en la que los hombres dominan la esfera público/productiva y las mujeres la privada/reproductiva para detrimento de ambos, no tiene tanto que ver con la opresión masculina y la subyugación femenina sino con la vida en la biosfera. Con la diferenciación entre la biosfera y lo que algunos autores llaman la noosfera (emergencia de la cognición humana que transforma la biosfera), reforzada por la revolución científica y la Ilustración, las constantes biológicas no se eliminaron pero quedaron subordinadas a esta emergencia superior: la biología ya no determina el destino, como señaló Simone de Beauvoir. El status público de hombres y mujeres queda liberado del condicionamiento biosférico. En la biosfera, el poder crea el derecho, y el status sigue a la función física. En la noosfera, el derecho crea el poder, y el status es consecuencia de los derechos de los individuos libres. Este derecho no es que previamente hubiera sido reprimido, sino que antes no tenia sentido. Que la mujer no fuera productora de alimentos en el mundo biosférico podía condicionar gravemente su status e incluso su vida, sin embargo que ahora produzca o no alimentos en la esfera público/productiva es irrelevante respecto de los derechos que como sujeto tiene en la noosfera, una situación revolucionaria y sin precedentes.

El feminismo ha tenido que vérselas con una paradoja que la hipótesis de la imposición, sustentada por sus corrientes más acientíficas, contribuyó a embrollar: Las mujeres contemporáneas están preparadas y por supuesto aún es necesaria la liberación de estructuras y legislaciones arcaicas y opresivas, pero no es que previamente las mujeres actuasen de forma no-liberada y engañadas. La aparición de los movimientos de liberación sólo fue posible a partir del s. XVIII con la Ilustración y la separación de las tres esferas antes mencionadas, y estos movimientos no surgieron tanto para deshacer un estado de cosas viciado que hubiera podido ser diferente sino que señaló la aparición un estado de cosas totalmente nuevo que no tenía precedentes. Que antes de esas fechas no hubiera habido ningún movimiento femenino no se explica porque las mujeres tuvieran el cerebro lavado o fueran sumisas, sino porque la liberación de la mujer –entendida por el feminismo clásico en el sentido de la mujer como agente libre- carecía de significado mientras no estuvieran claramente diferenciadas la biosfera de la noosfera, en primer lugar, y el Estado y la esfera económica en segundo. Sólo en ese momento, y no antes, los derechos de las mujeres como agentes libres tenía sentido y deseabilidad. Allá donde surgió la racionalidad pluralista gracias a la Ilustración, el derecho empezó a reemplazar las relaciones sociales basadas en el poder (esclavitud, servidumbre, etc.), las cuales empezaron a verse como problemáticas e intolerables. Antes, el poder era ganado o tomado, su problema era como ejercerlo, no como compartirlo. Por ejemplo, para la ética de un guerrero, la compasión era debilidad. No es que el valor de la compasión universal estuviera reprimido, es que no era visto, no había emergido.


[1] JANET CHAFETZ, Sex and advantage. Totowa, N.J. 1984. Rowman & Alanheld.

Citado por KEN WILBER Sexo, ecología, espiritualidad. Ed. Gaia. Madrid. 2ª ed. Revisada 2005. Pgs 449 y ss.

[2]. “Estas teorías de la opresión están basadas en conceptos vagamente definidos y a menudo propensos a ser manipulados, tales como el “patriarcado”, la “subordinación femenina” y el “sexismo”. El uso de términos tan llenos de connotaciones emocionales y tan poco claros, típicamente combinados con un planteamiento normativo del tema de la desigualdad entre los sexos, tiene como resultado un máximo de retórica pero un mínimo de visión clara” CHAFETZ Op. Cit.

dimecres, 14 d’octubre del 2009

El feminismo del resentimiento

Para finalizar el máster en Práctica Filosófica y Gestión social que cursé en la Universidad de Barcelona redacté un trabajo en el que hablo de postmodernismo y feminismo, sobre todo basándome en la obra de Ken Wilber y su filosofía integral. Copio algunos framentos que tienen que ver con la masculinidad y la política

La teoría de la imposición ha fracasado en explicar los datos disponibles sobre el cambio de las estructuras matrifocales o bifocales-igualitarias (habitualmente hortícolas basadas en la azada), a las patriarcales (basadas en el arado y el caballo). No obstante ésta es la teoría central de lo que podemos denominar feminismo del resentimiento.

Ese feminismo intenta definir a las mujeres como víctimas impotentes de la “imposición masculina”, a diferencia de las corrientes más actuales o el “feminismo del poder” que se niegan a ver a las mujeres como subyugadas y las ven como co-creadoras iguales, bajo las circunstancias dadas, de las diversas formas de interacción social.

Desde el principio las feministas han tenido que enfrentarse con la paradoja de que mujeres de otros tiempos y lugares –las “Bernarda Alba”, por ej.- elegían valores ajenos a la liberación, unos valores que no encajaban con su propia herencia liberal ilustrada. En consecuencia, la elección de estos valores “no-feministas” se atribuyó a una fuerza externa (y no a una elección deliberada co-creada por las mujeres frente a la dificultad de las circunstancias). Postular esta fuerza externa, la teoría de la imposición, definió a la mujer como moldeada por el Otro, que les lavó el cerebro y las sometió por la fuerza. Se asumió que este Otro malévolo era el Hombre Genérico y se puso en marcha en los departamentos universitarios de los Gender Studies los miles de Estudios sobre la Opresión con el extraño fin de devolver a las mujeres el poder, definiéndolas, en primer lugar, como impotentes.

La visión de la historia, según este feminismo del resentimiento, es que la mujer es la Víctima Eterna, y ya es hora de devolverle el poder. Sin embargo, al definirlas como moldeadas por el Otro lo que hacen es disolver su poder, y en lugar de estudiar como hombres y mujeres co-crearon los estadios previos del desarrollo, rebuscan en la historia una respuesta sólo para mujeres. Como desde su ideología no la encuentran, esa falta de respuesta no puede ser lo que las mujeres “realmente” quieren y se debe adscribir a la opresión masculina, sustrayéndola así de las mujeres. Estos planteamientos, pretendiendo dar poder a las mujeres, por definición las priva de él, y el feminismo del resentimiento cae en interminables círculos de impotencia intentando recuperar un poder que primero han tenido que ceder. A las feministas victimistas les cuesta mucho asumir la responsabilidad de su propia historia y elecciones. Se puede comprender que cueste asumir responsabilidad por un estado –el de las mujeres actualmente- que aún dista mucho de ser deseable. Pero la cura no reside en la recuperación de un pasado previo al patriarcado presentado a través de una ideología de culpabilidad, sino en apoyar una emergencia que aún se resiste. El “enemigo” no es algo que los hombres hicieron ayer a las mujeres, sino algo que una evolución aún insuficiente hizo a ambos.

dijous, 8 d’octubre del 2009

Del pluralismo postmodernista a la fragmentación narcisista

Los ejemplos del feminismo del resentimiento con su teoría de la imposición forman parte de una tendencia favorecida por ciertas corrientes postmodernistas que podríamos calificar de esencialistas. Hemos comentado cómo el postmodernismo puso luz en grupos y visiones no tenidas en cuenta anteriormente con el resultado de un pluralismo más abarcador y democrático. Sin embargo éste pluralismo puede degenerar en una regresión etnocéntrica que viene a decir que no se puede hablar de los negros si no eres negro, que hay que ser una mujer para saber cualquier cosa de las mujeres, lo mismo que de los gays o de los emigrantes. En otras palabras, formar parte de un grupo es una experiencia que en primer lugar te separa de los que no están en él y sólo te une a sus miembros, en segundo lugar asumes que tus triunfos y fracasos en la vida son una versión de las luchas de tu grupo –lo personal es político-, y en tercer lugar mantienes que tu grupo tiene intereses que han sido dejados de lado o ha sido directamente agredido, por tanto hay que cambiar como se ve el grupo desde fuera. Esta aceptación parece que debe conseguirse condenando y culpando al grupo al cual se busca su aceptación. Es la emergencia de lo políticamente correcto, que tantos estragos ha causado en los campus norteamericanos[1] –y no solamente allá.
Este esencialismo se inscribe en una tendencia aún más amplia de nuestra sociedad que se puede denominar como la cultura de la queja, la excusa del abuso o la victimitis. Consiste en tomar el modelo de las tragedias de las víctimas reales (esclavitud, discriminación sexual, delincuencia…) para aplicarlo al más ligero insulto al hipersensible ego del miembro del grupo. El resultado es vindicar que uno no es responsable de sus propios problemas, ya que es una víctima (aunque si voy a reprochar a otro de mis problemas, ése sí que debe ser responsable de lo que hace, si no se puede empezar el juego). El estatus de víctima otorga muchas ventajas, básicamente ser acreedor de derechos especiales, es decir: derechos sin deberes. El problema de ese juego es que si se supera este estatus entonces se pierden esos derechos, con lo cual conviene seguir eternamente en la situación de víctima. La denegación crónica de responsabilidades que practica cierto postmodernismo, lejos de aliviar la baja auto-estima de la víctima, asegura su perpetuación como tal.

La forma más fácil y rápida de asegurarse derechos especiales es pues la de competir por un estatus encubierto de víctima, porque esto permite al grupo victimizado reclamar compensaciones sin dar previamente (porque ya ha sufrido tanto…), de ahí la gran popularización de la cultura de la queja o la victimitis. Dondequiera que haya víctimas tiene que haber forzosamente victimarios u opresores. Al principio de esta reivindicación gratuita de derechos sin deberes, la provisión de compensaciones venía del hombre blanco heterosexual y todos los grupos se abastecían de él para declararse su víctima. Sin embargo este proveedor ya se ha agotado y fragmentado: dentro de los hombres blancos ya hay muchos grupos que están compitiendo por obtener derechos especiales bajo el estatus de víctimas: los drogadictos, los discapacitados, los padres divorciados, los bajitos, los gordos, los maltratados en su infancia… se acabó la reserva de los tipos malos. Una nación de oprimidos sin que queden ya opresores. Parece ser que todo el mundo ha victimizado a todo el mundo y todos piden derechos especiales para protegerse de los demás. Una fragmentación que amenaza con una fractura social cuando es la misma sociedad la única que puede asegurar y proteger los derechos de todos.
La sociedad premoderna solía culpabilizar a la víctima, el postmodernismo extremo la crea. Cuando encuentra cualquier clase de disparidad entre las personas, asume que esas diferencias tienen que haber sido impuestas por alguna fuerza vengativa u opresora. Por supuesto que hay este tipo de fuerzas, la filosofía ha dado buena cuenta de ellas los tres últimos siglos, pero no toda diferencia es atribuible a unas fuerzas opresoras. Este postmodernismo falla en diferenciarlo y por lo tanto no le queda más que recurrir al binomio opresor/víctima para poder explicar la realidad social.



[1] Alan Charles Kors and Harvey A. Silverglate The Shadow University: The Betrayal of Liberty on America’s Campuses. Free Press, 1998