Continuo con los comentarios (en negro) a esa agenda que inicié en el anterior post sobre las propuestas (en rojo) de esos "hombres igualitarios"
6.
Apostamos por la coeducación en la comunidad educativa para transmitir valores
que ayuden a crecer, también a los chicos, como agentes activos de igualdad.
Esto ha de servir para prevenir el abandono escolar, las conductas disruptivas,
el maltrato entre el alumnado y las actitudes
machistas que acaban perjudicando la formación de la población adolescente.
Para ayudar “a
crecer, también a los chicos, como agentes activos de la igualdad” lo primero tendría
que ser el preguntarse por la tremenda desigualdad que sufren los chicos en el
fracaso escolar. Hablan de valores a transmitir, pero no cuestionan los valores
vigentes que causan este fracaso mayoritariamente masculino. Es más, ni
siquiera toman como punto de partida de su análisis el escandaloso hecho del
fracaso escolar masculino. Parece que estén insinuando (al menos, mi
comprensión de su texto no alcanza para más) que atribuyan a las “actitudes
machistas” ese terrible fracaso escolar. Dado lo confuso y unilateral con que
usan el término machismo (ver puntos 2 y 3) es muy dudoso que este punto 6
sirva para emprender una revisión y una crítica del sistema educativo vigente y
sus valores que, por estilo de aprendizaje y por ambiente educativo, ha
demostrado fehacientemente que tiene menos en cuenta las necesidades y el ser
de los chicos que de las chicas. Si este fracaso además lo atribuyen al confuso
término de “las actitudes machistas” parece que estén incurriendo en la
estrategia de “culpar a la víctima” con lo cual se ahorran la revisión del
sistema que produce tal fracaso masculino.
7.
Apostamos por un lenguaje igualitario, que no represente ni sostenga el modelo
de dominación sexista.
Su apuesta es un
fárrago para los usuarios de cualquier lengua indoeuropea. La confusión entre
el género gramatical y el género como construcción social es de lo más ridículo
–además de una pesadez para los que leen o escuchan sus textos. Por suerte, ni
ellos mismos han sido nunca capaces de aplicar totalmente semejante normativa a
su lengua. A sus confusiones en sociología y otras disciplinas, y a su ignorancia
de las neurociencias, habrá que añadir también la filología. Los gramáticos
históricos ya han explicado que la división en géneros de las lenguas es bastante anterior a la división social en géneros, y que el término “no marcado” (que sirve para englobar el masculino y el femenino) nada tiene que ver con el sexismo ni con la dominación política de un género sobre otro.
Esta auto-vigilancia de lo más íntimo de uno mismo, esto es, de las estructuras de la lengua que habla, las reglas gramaticales que uno ha interiorizado en el subconsciente manera automática desde su infancia, en ese lugar en que la conciencia apenas puede intervenir, tal auto-análisis para alejarse del “mal” (la dominación sexista!), me parece que tiene que ver con la voluntad de auto-flagelación que exhiben los pro-feministas para hacerse perdonar su condición masculina. Me hace recordar lo que explica Michel Foucault en su libro “Tecnologías del yo” (págs. 90 y 116):
Esta auto-vigilancia de lo más íntimo de uno mismo, esto es, de las estructuras de la lengua que habla, las reglas gramaticales que uno ha interiorizado en el subconsciente manera automática desde su infancia, en ese lugar en que la conciencia apenas puede intervenir, tal auto-análisis para alejarse del “mal” (la dominación sexista!), me parece que tiene que ver con la voluntad de auto-flagelación que exhiben los pro-feministas para hacerse perdonar su condición masculina. Me hace recordar lo que explica Michel Foucault en su libro “Tecnologías del yo” (págs. 90 y 116):
“El examen de conciencia consiste en ...examinar cualquier pensamiento que se presente a la conciencia …para ver si hay algo en este pensamiento que aleje nuestro espíritu de Dios. El examen se basa en la idea de una concupiscencia secreta (…) el examen de si, referido a la relación entre el pensamiento y una pureza interior. En este momento empieza la hermenéutica cristiana del yo con su desciframiento de los pensamientos ocultos. Implica que hay algo desconocido en nosotros mismos y que siempre nos movemos en una autoilusión que esconde un secreto” (...)
“Todas estas técnicas cristianas de examen, de confesión, de dirección de conciencia y de obediencia tienen una finalidad: conseguir que los individuos lleven a cabo su propia mortificación. La mortificación es una renuncia al mundo y a uno mismo: una especie de muerte diaria. Una muerte que, en teoría, proporciona la vida en el otro mundo. No se trata de un sacrificio para la ciudad: la mortificación cristiana es una forma de relación con uno mismo”
8.Defendemos
las cuotas paritarias y de presencia de mujeres y hombres, tanto en los cargos
de responsabilidad pública y empresarial, como en las tareas de cuidado y
enseñanza.
Hasta ahora había
leído en los textos feministas la confusión entre a) igualdad como punto
partida y b) igualdad como punto de llegada, que es lo que las cuotas
paritarias defienden. Es decir, a) se refiere al principio de igualdad de
oportunidades: mismos derechos, deberes
y oportunidades con independencia de género o cualquier otra condición social.
La confusión con b) sirve para que el criterio de mérito, esfuerzo y capacidad para
cubrir un puesto sea sustituido por el criterio biológico del sexo con que se
nace, igual que en otras épocas era el criterio de cuna o linaje. Por eso es
comprensible que haya bastantes mujeres, competentes y trabajadoras, que se
enciendan de furia cuando se les insinúa que han llegado a su puesto por
méritos ajenos a su valía, y abominan de esta argucia de las cuotas paritarias,
que más parece un invento de mediocres que quieren gozar, sin competir, de los
frutos que la competencia proporciona. (Por cierto, personalmente, los valores
más bien femeninos de la no-competitividad en favor de cuidar las relaciones me
parecen muy necesarios en nuestro mundo. Pero si alguien quiere competir, sea
hombre o mujer, mientras lo haga dentro de unas reglas para el bien común, creo
que también debe disponer de esa libertad).
Lo que hasta ahora
no había leído es eso de la defensa de las cuotas paritarias en las tareas de
cuidado y enseñanza, que son más bien profesiones feminizadas. ¿Los hombres que
se presenten a las oposiciones de maestro de pre-escolar o de comadrona van a obtener
puntos extra en el concurso por tener pene? No me creo que propongan en serio semejante
ridiculez. Más bien me parece que, en tanto que adheridos a los postulados más
etnocéntricos del feminismo, que defiende algo tan antidemocrático como las
cuotas paritarias, estos hombres, para contrarrestar las críticas, ahora
extienden esta falsa igualdad b), que la confunden con la igualdad a), a las
profesiones feminizadas. Supongo que, en su autoasignado papel de
“rescatadores” de las “victimas” discriminadas, ya se habrán encontrado con más
de una mujer que rechaza furiosa ese papel de “victima” en que esos
“salvadores” la pretenden encuadrar dentro de una cuota aritmética al margen de
su mérito.
Sin embargo, si pretenden
disimular el despropósito que suponen las cuotas feministas para proseguir en ese
papel de “salvadores” que casi nadie les ha pedido, con esta lógica, deberían
extenderlo a otros dos supuestos que no mencionan: las profesiones
masculinizadas menos valoradas (mineras, pescadoras de altura...) e ídem para
las feminizadas (amos de casa...). Es decir, confunden la igualdad con que el
Estado obligue a todos y a todas a ser lo mismo.
9.
Reconocemos las diferentes formas de ser hombre, así como los derechos cívicos
y humanos de las distintas expresiones de la sexualidad, superando la
patologización, la homofobia y la transfobia.
También de acuerdo.
Ahora bien, pienso que no debe calificarse de transfobia el negarse a que los
impuestos financien las operaciones de cambio de sexo (como si se tratara de
enfermedades como las cataratas o los trasplantes de riñón). Dado que hay que
superar la patologización, ese tipo de operación debe ir a cargo de quien
libremente la ha elegido, no a cargo del erario público financiado por el
contribuyente. Aquí lo personal no es público.
10.
Revisamos las expresiones de nuestra sexualidad basadas en el dominio, para
disfrutar de una sexualidad libre, respetuosa y consentida. Nos manifestamos,
por consiguiente, en contra de la trata de seres humanos vinculada a la
prostitución y a la explotación sexual de menores.
También de acuerdo.
Sin embargo no aclaran si apoyan la prohibición de la prostitución aunque sea
ejercida libre y consentidamente. En textos de hombres pro-feministas,
siguiendo a sus compañeras, la trata de seres humanos (bueno, en los textos
feministas hablan sólo de “trata de mujeres”, los hombres prostituidos parece
que no les importan) la confunden con todo tipo de prostitución, y por eso
piden su prohibición y el castigo a todo hombre que solicite un servicio sexual
como pasa en Suecia (de las mujeres que solicitan tales servicios no dicen
nada). Para ellos no existe la posibilidad de que alguien ejerza esa actividad
por propia elección, saben más que el propio interesado/a, y por eso piden al
Estado que los salven de si mismos.
Este neo-puritanismo de entrometerse entre dos personas y su placer (monetario o sexual) quizás acabe triunfando allá donde siempre fracasó el puritanismo de las religiones tradicionales. (Por cierto, en lo personal, no me parece un placer deseable. Pero aun me parece más indeseable la intervención del Estado en esas tristes transacciones de sexo por dinero)
Este neo-puritanismo de entrometerse entre dos personas y su placer (monetario o sexual) quizás acabe triunfando allá donde siempre fracasó el puritanismo de las religiones tradicionales. (Por cierto, en lo personal, no me parece un placer deseable. Pero aun me parece más indeseable la intervención del Estado en esas tristes transacciones de sexo por dinero)
11.
Propiciamos la mejora de la salud física y emocional de los hombres, visibilizando
los costes de las formas dañinas de ser hombre, que reducen nuestra esperanza y
calidad de vida, además de generar graves problemas de salud pública.
Totalmente de
acuerdo, me parece muy necesario
Por un lado
encuentro muy interesante que grupos de hombres se reúnan para hablar de
masculinidad y sociedad. De otro lado me parece lamentable que, habiendo tan
poco movimiento de masculinidad y política, los pocos que se dedican a ello
abunden en los peores aspectos de lo que –para resumir- en la teoría de la Dinámica Espiral según el modelo integral sería el vMeme verde patológico, es decir, los peores aspectos del
postmodernismo. En su afán pluralista de proteger la diversidad frente a la
racionalidad tecnocapitalista uniformizante (el vMeme naranja) y la
intolerancia mítico-religiosa (el vMeme azul
–ámbar para la escala de K. Wilber), estos pro-feministas no se dan
cuenta de que caen en un etnocentrismo tan nocivo como el de esos estadios
anteriores que ellos abominan. Los “derechos de las mujeres” se absolutizan
confundiéndolos con los “derechos iguales”, con el grave olvido de las responsabilidades, que también deben ser
iguales para todos. Este etnocentrismo de “mis derechos ante todo (sin deberes)”
se sustenta en una estrategia típica de la cultura postmoderna: el recurso a la
culpabilización y el victimismo. “Como los míos han sufrido tanto en el pasado,
ahora merezco compensación”. Y así, se pasa de las cuestiones políticas al
narcisismo en un continuum indiferenciado
Estos hombres
pro-feministas están planteando cuestiones muy interesantes respecto de la
masculinidad, creo que en la mayoría de sus puntos no sólo estoy de
acuerdo sino que me parece muy necesario que se planteen públicamente. Sin
embargo, al identificarse con esas estrategias de culpabilización y victimismo
no sólo se desprestigian a si mismos ante tantos hombres anclados en posiciones
arcaicas e insostenibles que deberían estar escuchando estos planteamientos, sino
que sus mismas posiciones –las valiosas- quedan desactivadas al mezclarlas con
otras posiciones ridículas, auto-flagelantes y científicamente infundadas.
El panorama de la
masculinidad en nuestra sociedad está demasiado desértico de propuestas
constructivas y válidas. Me temo que si las propuestas tienen que venir de este
lado, apoyado por las subvenciones y la élite cultural, donde se confunde la
política con el narcisismo, no saldremos de ese desierto. Mientras la polaridad
masculino-femenino se plantee en estos términos que dan pábulo a los aspectos
más etnocéntricos y regresivos de lo que sólo debería ser un reconocimiento de la diferencia y la pluralidad, poco
avanzaremos en la necesidad de promover visiones inclusivas e integradoras que
honren y reconozcan tanto las aportaciones como los sacrificios de ambos géneros para el momento que ahora
vive la humanidad.