diumenge, 6 de novembre del 2011

LA AGENDA DE LOS HOMBRES POR LA IGUALDAD. BARCELONA CIME 2011 (y II)

Continuo con los comentarios (en negro) a esa agenda que inicié en el anterior post sobre las propuestas (en rojo) de esos "hombres igualitarios"

6. Apostamos por la coeducación en la comunidad educativa para transmitir valores que ayuden a crecer, también a los chicos, como agentes activos de igualdad. Esto ha de servir para prevenir el abandono escolar, las conductas disruptivas, el maltrato entre el alumnado y las  actitudes machistas que acaban perjudicando la formación de la población adolescente.
Para ayudar “a crecer, también a los chicos, como agentes activos de la igualdad” lo primero tendría que ser el preguntarse por la tremenda desigualdad que sufren los chicos en el fracaso escolar. Hablan de valores a transmitir, pero no cuestionan los valores vigentes que causan este fracaso mayoritariamente masculino. Es más, ni siquiera toman como punto de partida de su análisis el escandaloso hecho del fracaso escolar masculino. Parece que estén insinuando (al menos, mi comprensión de su texto no alcanza para más) que atribuyan a las “actitudes machistas” ese terrible fracaso escolar. Dado lo confuso y unilateral con que usan el término machismo (ver puntos 2 y 3) es muy dudoso que este punto 6 sirva para emprender una revisión y una crítica del sistema educativo vigente y sus valores que, por estilo de aprendizaje y por ambiente educativo, ha demostrado fehacientemente que tiene menos en cuenta las necesidades y el ser de los chicos que de las chicas. Si este fracaso además lo atribuyen al confuso término de “las actitudes machistas” parece que estén incurriendo en la estrategia de “culpar a la víctima” con lo cual se ahorran la revisión del sistema que produce tal fracaso masculino.

7. Apostamos por un lenguaje igualitario, que no represente ni sostenga el modelo de dominación sexista.
Su apuesta es un fárrago para los usuarios de cualquier lengua indoeuropea. La confusión entre el género gramatical y el género como construcción social es de lo más ridículo –además de una pesadez para los que leen o escuchan sus textos. Por suerte, ni ellos mismos han sido nunca capaces de aplicar totalmente semejante normativa a su lengua. A sus confusiones en sociología y otras disciplinas, y a su ignorancia de las neurociencias, habrá que añadir también la filología. Los gramáticos históricos ya han explicado que la división en géneros de las lenguas es bastante anterior a la división social en géneros, y que el término “no marcado” (que sirve para englobar el masculino y el femenino) nada tiene que ver con el sexismo ni con la dominación política de un género sobre otro.
Esta auto-vigilancia de lo más íntimo de uno mismo, esto es, de las estructuras de la lengua que habla, las reglas gramaticales que uno ha interiorizado en el subconsciente manera automática desde su infancia, en ese lugar en que la conciencia apenas puede intervenir, tal auto-análisis para alejarse del “mal” (la dominación sexista!), me parece que tiene que ver con la voluntad de auto-flagelación que exhiben los pro-feministas para hacerse perdonar su condición masculina. Me hace recordar lo que explica Michel Foucault en su libro “Tecnologías del yo” (págs. 90 y 116):
“El examen de conciencia consiste en ...examinar cualquier pensamiento que se presente a la conciencia …para ver si hay algo en este pensamiento que aleje nuestro espíritu de Dios. El examen se basa en la idea de una concupiscencia secreta (…) el examen de si, referido a la relación entre el pensamiento y una pureza interior. En este momento empieza la hermenéutica cristiana del yo con su desciframiento de los pensamientos ocultos. Implica que hay algo desconocido en nosotros mismos y que siempre nos movemos en una autoilusión que esconde un secreto” (...)
“Todas estas técnicas cristianas de examen, de confesión, de dirección de conciencia y de obediencia tienen una finalidad: conseguir que los individuos lleven a cabo su propia mortificación. La mortificación es una renuncia al mundo y a uno mismo: una especie de muerte diaria. Una muerte que, en teoría, proporciona la vida en el otro mundo. No se trata de un sacrificio para la ciudad: la mortificación cristiana es una forma de relación con uno mismo”

8.Defendemos las cuotas paritarias y de presencia de mujeres y hombres, tanto en los cargos de responsabilidad pública y empresarial, como en las tareas de cuidado y enseñanza.
Hasta ahora había leído en los textos feministas la confusión entre a) igualdad como punto partida y b) igualdad como punto de llegada, que es lo que las cuotas paritarias defienden. Es decir, a) se refiere al principio de igualdad de oportunidades: mismos derechos, deberes y oportunidades con independencia de género o cualquier otra condición social. La confusión con b) sirve para que el criterio de mérito, esfuerzo y capacidad para cubrir un puesto sea sustituido por el criterio biológico del sexo con que se nace, igual que en otras épocas era el criterio de cuna o linaje. Por eso es comprensible que haya bastantes mujeres, competentes y trabajadoras, que se enciendan de furia cuando se les insinúa que han llegado a su puesto por méritos ajenos a su valía, y abominan de esta argucia de las cuotas paritarias, que más parece un invento de mediocres que quieren gozar, sin competir, de los frutos que la competencia proporciona. (Por cierto, personalmente, los valores más bien femeninos de la no-competitividad en favor de cuidar las relaciones me parecen muy necesarios en nuestro mundo. Pero si alguien quiere competir, sea hombre o mujer, mientras lo haga dentro de unas reglas para el bien común, creo que también debe disponer de esa libertad).
Lo que hasta ahora no había leído es eso de la defensa de las cuotas paritarias en las tareas de cuidado y enseñanza, que son más bien profesiones feminizadas. ¿Los hombres que se presenten a las oposiciones de maestro de pre-escolar o de comadrona van a obtener puntos extra en el concurso por tener pene? No me creo que propongan en serio semejante ridiculez. Más bien me parece que, en tanto que adheridos a los postulados más etnocéntricos del feminismo, que defiende algo tan antidemocrático como las cuotas paritarias, estos hombres, para contrarrestar las críticas, ahora extienden esta falsa igualdad b), que la confunden con la igualdad a), a las profesiones feminizadas. Supongo que, en su autoasignado papel de “rescatadores” de las “victimas” discriminadas, ya se habrán encontrado con más de una mujer que rechaza furiosa ese papel de “victima” en que esos “salvadores” la pretenden encuadrar dentro de una cuota aritmética al margen de su mérito.
Sin embargo, si pretenden disimular el despropósito que suponen las cuotas feministas para proseguir en ese papel de “salvadores” que casi nadie les ha pedido, con esta lógica, deberían extenderlo a otros dos supuestos que no mencionan: las profesiones masculinizadas menos valoradas (mineras, pescadoras de altura...) e ídem para las feminizadas (amos de casa...). Es decir, confunden la igualdad con que el Estado obligue a todos y a todas a ser lo mismo.

9. Reconocemos las diferentes formas de ser hombre, así como los derechos cívicos y humanos de las distintas expresiones de la sexualidad, superando la patologización, la homofobia y la transfobia.
También de acuerdo. Ahora bien, pienso que no debe calificarse de transfobia el negarse a que los impuestos financien las operaciones de cambio de sexo (como si se tratara de enfermedades como las cataratas o los trasplantes de riñón). Dado que hay que superar la patologización, ese tipo de operación debe ir a cargo de quien libremente la ha elegido, no a cargo del erario público financiado por el contribuyente. Aquí lo personal no es público.

10. Revisamos las expresiones de nuestra sexualidad basadas en el dominio, para disfrutar de una sexualidad libre, respetuosa y consentida. Nos manifestamos, por consiguiente, en contra de la trata de seres humanos vinculada a la prostitución y a la explotación sexual de menores.
También de acuerdo. Sin embargo no aclaran si apoyan la prohibición de la prostitución aunque sea ejercida libre y consentidamente. En textos de hombres pro-feministas, siguiendo a sus compañeras, la trata de seres humanos (bueno, en los textos feministas hablan sólo de “trata de mujeres”, los hombres prostituidos parece que no les importan) la confunden con todo tipo de prostitución, y por eso piden su prohibición y el castigo a todo hombre que solicite un servicio sexual como pasa en Suecia (de las mujeres que solicitan tales servicios no dicen nada). Para ellos no existe la posibilidad de que alguien ejerza esa actividad por propia elección, saben más que el propio interesado/a, y por eso piden al Estado que los salven de si mismos. 
Este neo-puritanismo de entrometerse entre dos personas y su placer (monetario o sexual) quizás acabe triunfando allá donde siempre fracasó el puritanismo de las religiones tradicionales. (Por cierto, en lo personal, no me parece un placer deseable. Pero aun me parece más indeseable la intervención del Estado en esas tristes transacciones de sexo por dinero)

11. Propiciamos la mejora de la salud física y emocional de los hombres, visibilizando los costes de las formas dañinas de ser hombre, que reducen nuestra esperanza y calidad de vida, además de generar graves problemas de salud pública.
Totalmente de acuerdo, me parece muy necesario


Por un lado encuentro muy interesante que grupos de hombres se reúnan para hablar de masculinidad y sociedad. De otro lado me parece lamentable que, habiendo tan poco movimiento de masculinidad y política, los pocos que se dedican a ello abunden en los peores aspectos de lo que –para resumir- en la teoría de la Dinámica Espiral según el modelo integral sería el vMeme verde patológico, es decir, los peores aspectos del postmodernismo. En su afán pluralista de proteger la diversidad frente a la racionalidad tecnocapitalista uniformizante (el vMeme naranja) y la intolerancia mítico-religiosa (el vMeme azul  –ámbar para la escala de K. Wilber), estos pro-feministas no se dan cuenta de que caen en un etnocentrismo tan nocivo como el de esos estadios anteriores que ellos abominan. Los “derechos de las mujeres” se absolutizan confundiéndolos con los “derechos iguales”, con el grave olvido de las responsabilidades, que también deben ser iguales para todos. Este etnocentrismo de “mis derechos ante todo (sin deberes)” se sustenta en una estrategia típica de la cultura postmoderna: el recurso a la culpabilización y el victimismo. “Como los míos han sufrido tanto en el pasado, ahora merezco compensación”. Y así, se pasa de las cuestiones políticas al narcisismo en un continuum indiferenciado
Estos hombres pro-feministas están planteando cuestiones muy interesantes respecto de la masculinidad, creo que en la mayoría de sus puntos no sólo estoy de acuerdo sino que me parece muy necesario que se planteen públicamente. Sin embargo, al identificarse con esas estrategias de culpabilización y victimismo no sólo se desprestigian a si mismos ante tantos hombres anclados en posiciones arcaicas e insostenibles que deberían estar escuchando estos planteamientos, sino que sus mismas posiciones –las valiosas- quedan desactivadas al mezclarlas con otras posiciones ridículas, auto-flagelantes y científicamente infundadas.
El panorama de la masculinidad en nuestra sociedad está demasiado desértico de propuestas constructivas y válidas. Me temo que si las propuestas tienen que venir de este lado, apoyado por las subvenciones y la élite cultural, donde se confunde la política con el narcisismo, no saldremos de ese desierto. Mientras la polaridad masculino-femenino se plantee en estos términos que dan pábulo a los aspectos más etnocéntricos y regresivos de lo que sólo debería ser un reconocimiento de la diferencia y la pluralidad, poco avanzaremos en la necesidad de promover visiones inclusivas e integradoras que honren y reconozcan tanto las aportaciones como los sacrificios de ambos géneros para el momento que ahora vive la humanidad.

dimecres, 2 de novembre del 2011

LA AGENDA DE LOS HOMBRES POR LA IGUALDAD. BARCELONA CIME 2011 (I)


En Barcelona se ha celebrado este octubre un congreso sobre “Masculinidades y equidad: investigación y activismo” de los autodenominados “hombres por la igualdad”. Me parece una denominación confusionista, antes se solían llamar “hombres pro-feministas” que era una definición mucho más precisa de su postura. Al final de su congreso han publicado la siguiente agenda (en letra roja), sobre la que añado mis comentarios (en negro)

LA AGENDA DE LOS HOMBRES POR LA IGUALDAD. BARCELONA CIME 2011

Algunos de los aspectos en que los hombres por la igualdad coincidimos y que pueden formar parte de nuestra agendfa común hoy son –entre otros-:

1.Rechazamos el ejercicio del poder patriarcal y renunciamos a los privilegios que de él se derivan.
Estaría bien que estos hombres detallaran qué privilegios son esos que proclaman estar renunciando en su primer punto. Se supone que los que no hemos suscrito esa agenda estaremos detentando tales privilegios derivados del poder patriarcal. No sé a qué se refieren. Parece que hablan de una culpa difusa, difícil de ver, que acarreamos los portadores de gónadas masculinas. Cuando hay culpa, hay víctima y victimario, y una deuda a resarcir. También hay el “rescatador” de la víctima, que parece ser el papel que esos hombres se reservan.
Por mi parte declaro que los únicos privilegios que admito son los derechos que me concede la sociedad democrática: libertad de expresión y demás derechos civiles, políticos, sociales y culturales. Junto con ellos, sólo acepto lo que me he ganado con mi trabajo. No quiero regalos de nadie ni privilegios que no se deriven de mi propio esfuerzo.
Por supuesto no pierdo de vista que por vivir en una sociedad europea quizás ya haya sobrepasado mi huella ecológica, como tantas otras injusticias estructurales que van más allá de mi acción y mi ser individual. Acepto mi parte de responsabilidad y los cambios a aplicar en mi comportamiento (por ejemplo, respecto de la huella ecológica, no malgastar energía), cuando se me detallan y se razonan. Lo que yo rechazo es que se me atribuyan unos privilegios que jamás he solicitado y que desconozco, y aún menos que de esos supuestos privilegios se justifique una concreta legislación misándrica como compensación de una extraña deuda que parece que los hombres, como colectivo, tenemos contraída con las mujeres como colectivo; y que tal legislación lamine derechos individuales básicos como la presunción de inocencia o la igualdad con independencia del sexo

2.Denunciamos todas las formas de violencia machista hacia las mujeres, fomentando la revisión crítica del sexismo interiorizado y desarrollando un trabajo de sensibilización y prevención de esta violencia entre los hombres; apostando por la defensa de los Derechos Humanos y la resolución pacífica de los conflictos.
En tanto que soy hombre, me parece bien responsabilizarme de mi posible sexismo interiorizado. Sin embargo, para fomentar la revisión crítica del sexismo, además de la reiterada denuncia de la violencia machista a las mujeres, lo que urge es poner ya sobre la mesa las otras formas de violencia y de sexismo en las relaciones humanas: el maltrato infantil, mayoritariamente ejercido por mujeres –las madres- (no por un perversidad intrínseca de ellas, sino por correlación estadística al pasar más tiempo con niños), lo mismo que con el maltrato los mayores, la consideración social de los hombres –que apenas nadie cuestiona- como el sexo desechable (sacrificables en trabajos peligrosos, guerras, etc.), la violencia que sufren los hombres por ser hombres –tanto por parte de mujeres como de otros hombres- , la misma violencia que las mujeres ejercen contra las mujeres (ver la cita de “La casa de Bernarda Alba” más abajo) etc.
 La violencia sexista no es unidireccional como se deduce de este punto 2. Ni la interiorización del sexismo, algo que arranca de la pre-modernidad, es algo que solamente concierna en exclusividad a los hombres. El pensamiento pre-moderno determinó tanto a hombres como a mujeres; ambos pusieron la base de la civilización que ahora gozamos. Mientras se mantenga esta estrecha visión unidireccional dudo mucho que se pueda dejar atrás estas arcaicas situaciones de sexismo

3. Asimismo rechazamos otras violencias machistas (bullying, homofobia, transfobia).
Lo suscribo. Pero deberían concretar mejor qué quiere decir con que esa violencia es machista. Los y las homosexuales que desprecian a los heteros, o que les hacen burla por no haberse ”liberado” todavía, ¿también es violencia machista?  ¿Cuando las chicas ejercen el bullying es violencia machista? ¿O sólo se considera bullying cuando lo hacen los chicos? ¿Es machista la “Bernarda Alba” de García Lorca, o  el machismo sólo es cosa de hombres?
LA PONCIA: La hija de la Librada, la soltera, tuvo un hijo no se sabe con quién.
ADELA: ¿Un hijo?
LA PONCIA: Y para ocultar su vergüenza lo mató (...)
BERNARDA: Sí que vengan todos con varas de olivo y mangos de azadones, que vengan todos para matarla.
ADELA: No, no. Para matarla, no.
MARTIRIO: Sí, y vamos a salir también nosotras.
BERNARDA: y que pague la que pisotea la decencia.
ADELA: ¡Que la dejen escapar! ¡No salgáis vosotras!
MARTIRIO (Mirando a Adela.): ¡Que pague lo que debe!
BERNARDA (Bajo el arco.): ¡Acabad con ella antes de que lleguen los guardias! ¡Carbón ardiendo en el sitio de su pecado!

4. Promovemos la corresponsabilidad de los hombres y los cuidados compartidos, con especial referencia a la responsabilidad de los hombres en nuestro propio cuidado y el de las personas dependientes y mayores, apoyando medidas de conciliación de la vida laboral y personal.
También lo suscribo. Me complace lo de la “responsabilidad de los hombre en nuestro propio cuidado”. El índice de suicidios, la esperanza de vida y otros indicadores muestran el abandono de si mismos de tantos hombre que encuentran su sentido en lograr éxito en el mundo del trabajo y del dinero. Podrian preguntarse también quien disfruta de ese trabajo y de ese dinero, por qué y para quien están dispuetos a sacrificar su “propio cuidado”, su tiempo y su energía.
Como dice Warren Farrell “Pay is about the power we forfeit to get the power of pay”. Es decir, el hombre pierde el poder sobre si mismo por alcanzar ese poder de “yo soy el que paga” con que se construye la imagen de la masculinidad para hombres y mujeres (si no tiene dinero ¿qué mujer va a querer estar con él?). Este punto 4 nos habla de los cuidados compartidos, otros textos hablan de que estén emocionalmente disponibles, pero estas bellas tareas són un además (no alternativa) al rol fundamental –y todavía incuestionado- del hombre como de “ganador de pan”.

5. Impulsamos la paternidad activa y responsable, fomentando la implicación de los padres y la mejora de las habilidades para la crianza, siendo incluidos en los cursos de preparación al parto, primeros cuidados y cuidado de la madre. En este sentido, reivindicamos que los permisos de maternidad y de paternidad sean iguales, intransferibles y pagados a cargo de la Seguridad Social al 100% del salario.
Comparto tan buenos propósitos. Pero me parece escandaloso que en este punto de la paternidad omitan una cuestión tan sangrante para hombres y menores como es la Custodia Compartida. Cuando casi la mitad de los matrimonios termina en divorcio, ¿de qué “paternidad activa y responsable” están hablando? ¿Qué quieren decir en el punto 4 de "corresponsabilidad y cuidados compartidos"? ¿De que los hombres, gracias a las leyes misándricas actuales, sobre las que estos “igualitarios” no dicen ni pío, sean convertidos en cajeros automáticos? ¿Que sufran de un régimen de visitas como los presos para ver a sus hijos, dependiendo de la buena voluntad de la ex, y cuando no hay esa buena voluntad, sin ninguna ley que los proteja?
Leí que la conferencia inaugural la dió una socióloga australiana experta en masculinidad. Parece que esa aparente mujer nació hombre. Supongo que llegar a ser lo que es le habrá resultado un camino muy duro y difícil, no sé hasta que punto las dificultades de alcanzar su identidad personal y social habrá condicionado su visión de “machismos” y “masculinidades hegemónicas”. Este soslayo de una de las cuestiones centrales de la masculinidad vigente para tantos miles de hombres alejados de sus hijos creo que muestra la confusión en la que están sumidos estos autodenominados hombres igualitarios. Parece que se han tomado tan en serio aquello de que “lo personal es político” que, al hacer de su cuestión personal/sexual algo político, se han olvidado de manera descarada de las cuestiones verdaderamente políticas que ahora estan afectando a una gran mayoría de hombres. Más bien parece que han puesto el slogan del revés y que para ellos “lo político es su cuestión personal” , en otras palabras, una expresión de narcisismo –el mal de nuestra época. 

(CONTINUARÁ EN EL PRÓXIMO POST)

dilluns, 10 d’octubre del 2011

Avantatges per a homes d’una legislació misàndrica


L’altre dia vaig llegir EL PAÍS aquesta notícia que més o menys diu que l’Estat prohibeix a una dona que hagi denunciat al seu company que visqui amb ell, malgrat que ella l’hagi perdonat. Si no ho he entès malament  (de qüestions legislatives no sóc gaire expert), això només afecta a les dones, no als homes. Per això he ficat al títol aquesta paradoxa que una legislació misàndrica (feta contra els homes, amb tracte diferent que a les dones) en realitat els afavoreix, ja que aquesta legislació sembla que fica el poder de l’Estat només per damunt de la lliure voluntat d’una dona adulta –però no d’un home- a l’hora de decidir amb qui pot establir relacions afectives.
Per les notícies dels diaris ja sé que han passat casos gravíssims de dones immadures i infantilitzades  que han retornat amb el seu agressor i posteriorment han estat assassinades. També hi ha noticies(no tan publicitades) d’homes acusats falsament per la seva dona que, en un altercat de parella, ella s’havia aprofitat dels avantatges que la legislació vigent atorga a les dones per “empaperar-lo”, desprès ell l’ha perdonat (o ha tingut massa por a la soledat, ves a saber) i ha decidit reprendre la convivència. Potser algú se li’n fotrà per calçasses, tanmateix la murmuració o la riallada del veïnat no tenen res a fer front a la decisió d’un individu lliure. Un adult sempre és responsable de les seves decisions; cadascú sap el que fa de la seva vida i amb qui decideix establir relacions amoroses.
Bé, aquesta llibertat, pel que sembla, ara només la tindran els homes. Les dones, amb la llei, són com una mena de menors d’edat, i cal protegir-les de si mateixes de segons quines decisions prenen sobre la seva vida afectiva.  Vaja, semblant a com en el passat també es prohibia als adults establir relacions homosexual per raons d’Estat que passaven per damunt de la seva voluntat individual.
Recordo haver llegit a EL PAÍS aquest cas d’una dona de Tarragona emprenyada amb la llei perquè li havien prohibit conviure amb l’home que ella volia ja que ell havia estat condemnat per maltractament.
 "Somos víctimas del sistema penal, ¿por qué no puedo vivir con quien me agredió?", recriminó en 2009 a la Audiencia Provincial de Tarragona E. C., una de esas víctimas. Tras escucharla, la Audiencia consideró que este tipo de casos "cuestionan" ciertos aspectos de la ley española, que puede atentar contra "el respeto de la vida privada y familiar"
Doncs ara la llei ha dit que la seva voluntat, la seva vida privada no compta ni es respectarà a l’hora de decidir com vol establir les seves relacions amoroses. Comprenc  que l’Estat no admeti que el simple perdó de la víctima pugui absoldre el victimari de la seva responsabilitat delictiva. Tanmateix, que s’arribi a immiscir en aquestes intimitats per prohibir-les mostra el projecte totalitari que hi ha en el rerefons d’aquesta legislació (per molt que, en aquest cas concret, paradoxalment garanteixi més la llibertat dels homes que de les dones).
Un apunt final. La notícia estava rematada amb un comentari d’una notable representant del lobby del feminisme del ressentiment. El que em va cridar l’atenció fou la seva factura totalment tècnica, asèptica, ni un comentari ideològic celebrant aquest nova volta de cargol del seu projecte. És allò clàssic dels post-marxistes que deien que la ideologia (ells es referien al capitalisme) es presenta com quelcom merament tècnic, transparent. Com si el que hi ha darrera d’aquesta notícia fos només un simple desajust jurídic.
Per cert, en aquest blog també comenten la notícia i diuen la cosa no està tan tancada com pretenen. Són arguments tan tècnics que s’escapen una mica de la meva comprensió.

dimecres, 28 de setembre del 2011

Absència de vulnerabilitat masculina

L’altre dia vaig veure per la TV part d’un programa molt ben fet sobre l’Alzheimer. A més de sortir Pasqual Maragall, metges, investigadors, etc. van treure un senyor madur, enginyer i empresari, a qui havien diagnosticat la malaltia. Es veia pels tests i les proves que li feien com se li havia deteriorat la memòria i certes capacitats cognitives que segur que, per la seva professió i posició, les havia tingut força desenvolupades. Em va impressionar com relatava el moment que li van comunicar el diagnòstic. La seva esposa, també present al programa, fou la primera que intuí que al seu marit li passava alguna cosa, i els metges tardaren bastant en establir el diagnòstic.

Imagino que ha de ser molt dur quan et comuniquen que tens Alzheimer. Aquest home contava com va pensar amb els anys que li quedaven de vida i els anys que podria viure amb dignitat –més tenint en compte els seus éssers estimats que ell mateix. Afirmava amb contundència “en aquell moment jo sabia que havia de fer quelcom”. Més tard, al programa, es veia com es sotmetia voluntariament a assajos dels investigadors. Suposo que els responsables del programa van triar aquest home per aquesta exemplar voluntat de lluita i de superació que mostrava.

Tanmateix, el que a mi em va cridar l’atenció fou precisament que aquest home, de qui la TV mostrava el seu coratge admirable, no li vaig veure que mostrés l’altra part humana que tots tenim: la nostra vulnerabilitat. Així ens hem construït els homes: en el fer, l’aconseguir, assolir, el mirar cap enfora i no cap endins. Per això em va cridar tant l’atenció que, inclús en un moment tan dur com quan et comuniquen un diagnòstic així, no es permetés contactar amb les parts interiors que forçosament es deuen activar davant d’una notícia tan terrible: la por, el desvaliment, l’angoixa, potser la ràbia...

És un fet habitual en els homes grans, això d’estar deslligats de l’estat emocional intern, de només poder parlar en tercera persona (de futbol, de política... o fins i tot d’ells mateixos quan eren joves) però no en primera persona del què els passa a dintre, ja que ells tampoc ho saben. Per això hi ha tantíssima soledat en els homes grans quan ja han deixat de ser “productors”, tanta dificultat de comunicació. Hi ha llibres populars d’autoajuda dirigits a “dones que estimen massa”, o llibres que a elles les aconsellen sobre aquests homes emocionalment freds i inaccesibles. És el que ens diu la cultura pop: això d’estimar és cosa de dones, tal com avalen els llibres supervendes i els programes d’èxit de la TV. Els homes no hem tingut les eines cognitives i emocionals per contactar amb la nostra vulnerabilitat, i encara menys per ser capaços d’expressar-la.

Alguns psicòlegs evolutius expliquen aquesta incapacitat per contactar amb les pròpies emocions com una estratègia de l’evolució per evitar el dolor. Durant mil.lenis, en un ambient extremadament hostil i perillós, els homínids mascles se la jugaven per aconseguir proteina per a la resta del clan; i els més insensibles, els més invulnerables al dolor foren els que sobreviviren, accediren a les femelles i pogueren transmetre els seus gens al fecundar-les. Avui dia la cosa no és així, però encara es manifesten aquestes estratègies que molts homes hem interioritzat: has de tenir èxit, has de cuidar dels teus, has de ser fort i confiable, no pots mostrar debilitat.

No sé si serà instintiu com diuen aquests psicòlegs evolutius, o serà un comportament après, però és un fet vigent de la masculinitat.

dijous, 22 de setembre del 2011

Els “Herois de Fukushima” reben el Príncipe de Asturias

A la web de la Fundació descriuen molt bé els valors que els han fet mereixedors d’aquest premi: sacrifici, coratge front a l’adversitat, sentit del deure, defensa del bé comú, consciència cívica... Tot reconeixement em sembla poc davant el que risc que han assumit.

Fa uns mesos sentía per la ràdio un periodista que havia escrit sobre la catàstrofe de Txernòbil i els milers d'homes que s'hi van deixar la vida. Havia entrevistat un vell ucraïnés que li relatava: “Em vaig quedar astorat del que vaig veure a la carretera del meu poble. Va ser una repetició exacta del que havia passat 45 anys abans quan la Gran Guerra Patriòtica [així és com anomenen la II Guerra Mundial]. Passaven camions i més camions atapeïts d’homes: soldats, miners, bombers, treballadors... tots cantaven les mateixes cançons patriòtiques que llavors, quan els soldats anaven a la guerra a lluitar contra els nazis i molts d’ells no van tornar”. Com sol esdevenir-se una vegada ha passat el temps de les heroicitats i els cants, els “liquidadors de Txernòbil” sobrevivents no han tingut gaire suport posterior, tal com van mostrar els reportatges del a TV que es van fer ressó de l’aniversari de la catàstrofe.

En ambdós casos, Txernòbil i Fukushima, aquest sacrifici és admirable. El que no he vist en cap mitjà de comunicació és una anàlisi d’aquest comportament altruista des de la famosa “perspectiva de gènere” que continuament apliquen a altres àmbits. La nostra cultura dóna per fet que, quan cal un heroi sacrificable (“disposable hero” li diu Warren Farrell), el sacrifici correrà sempre a càrrec d’un home

Potser entre els herois de Fukushima hi haurà alguna dona. Si és així, els mitjans la destacaran per sobre dels demés. També ho van fer amb aquella dona policia mexicana que l’ascendiren a la prefectura en un poble infestat de narcotràfic. “La dona més valenta de Mèxic” en deien, tot i que al cap de poques setmanes fugí per salvar la vida; cosa totalment disculpable tal com les gasten els sicaris, que no fan distincions de gènere a l’hora d’assassinar policies. La majoria d’assassinats són homes, però tampoc s’aplica aquí l’anàlisi de gènere de qui està pagant el pitjor preu per mantenir la seguretat. La pràctica totalitat d’assassins també són homes. Intentaré escriure un nou post sobre el tema.

dilluns, 12 de setembre del 2011

A classe amb el programa “Talla amb els mals rotllos” per prevenir la violència masclista.

Això és un programa subvencionat per la Generalitat de Catalunya que uns monitors duen als instituts per treballar amb els alumnes les qüestions de la violència de gènere. Com jo soc professor d’ètica i ciutadania, des de la direcció em van dir que això es faria a les meves classes. Aquests monitors no volen que jo em quedi a classe. És poc habitual; Normalment quan ve gent de fora de l’institut amb programes d’aquest tipus (enguany recordo que va venir un policia d’uniforme a parlar-los de discriminació i atenció a la víctima, i també una noia del Consell Comarcal a parlar sobre malalties de transmissió sexual) els va bé que jo em quedi a classe, ja que així resulta més fàcil mantenir l’ordre (amb una cara nova, els alumnes poden aprofitar per jugar i descontrolar-se una mica).
De tota manera, fa uns anys, sí que em vaig quedar a una classe de 4º d’ESO mentre impartien una part del programa. Ara he trobat les notes que llavors vaig prendre i les transcriuré aquí. Aquell any probablement m’hi vaig quedar perquè era un grup podriem dir que problemàtic, és a dir, un grup de futurs ni-ni (ni estudien ni treballen). Era una classe només de nois. No estaven fora del sistema –cursaven 4º d’ESO- , tanmateix ho semblava. Eren tan passius que quasi es pot dir que ni tan sols arribaven a ser gamberros, tot i el seu aspecte d’una pubertat recent erupcionada. No els interessava res en absolut del que es feia a classe. Pensant amb ells, una situació bastant trista. Com jo no era tutor d’ells i només els tenia una hora a la setmana no coneixia de prop les seves situacions familiars, però només pel seu aspecte era obvi que pertanyien a una classe social baixa, també hi havia nouvinguts i fills d’inmigrants extracomunitaris. Molt pocs d’ells van obtenir el graduat de la ESO; cap va anar al batxillerat.
He de dir que desprès m’he trobat a alguns d’aquests nois i estaven cursant FP. Tenien més bon aspecte que a la ESO. Potser allà van trobar alguna cosa que els motivava més. Resumint: era una d’aquestes classes on es palpa el fracàs escolar, un fracàs majoritariament masculí, que ningú sap bé com abordar, un grup d’aquests que als professors, els que estem en primera línia fent la nostra feina el millor que podem, sol desanimar-nos i cansar-nos.
Val a dir que en el meu cas era una mica diferent, ja que la meva assignatura –Educació Etico-cívica- a més de només ser d’una hora a la setmana, tampoc té una exigència acadèmica alta. Cada setmana, quan entrava a classe, em deien “mestre, fem un debat”, que és la seva manera de dir “avui no fem classe si us plau”. Probablement anteriorment havien tingut porfessors que no eren de la especialitat de filosofia i es debien passar l’estona xerrant, és a dir “debatint”. Jo sempre els contestava: “si alceu la mà, jo us dono la paraula, sempre. Però per debatre cal tenir quelcom a dir. Ara obriu el llibre per la pàgina...”. Escollia les parts més fàcils del llibre de text, i a partir dels temes alguns dies sí que haviem pogut parlar de coses interessants i els havia pogut fer treballar una mica. Recordo que la classe que van estar tota l’hora absolutament callats va ser un dia que vam parlar de drogues i els vaig respondre totes les preguntes que em van fer. Les drogues i enteògens és un tema que conec bé, i ells ho van notar. Fou una classe informal, no sobre el treball de les típiques coses que surten al llibre, que ja s’ho saben i els avorreix. Les respostes sobre tot van consistir en informar-los dels efectes de cada substància, sense moralina (allò de: “això és dolent i no ho heu de provar”), sobre tot perquè ja n'estaven consumint i vaig veure que no sabien ni com consumir-les ni dels efectes secundaris ni què era el que realment prenien. Recordo la seva sorpresa quan els vaig dir que el “xocolate” (hashish) que es compra al mercat negre, fins i tot el que no està “tallat” pels petits “manguis” als quals acudeixen (i els solen estafar), s’hi ha trobat fem de burro, cosa que indica l’adulteració en origen al Marroc, ja que solen transportar-lo amb aquests animals (ho vaig llegir en un llibre de Antonio Escohotado). El resum era: fes-te responsable de les teves accions, i si et vols prendre quelcom el primer és saber què t'estàs prenent realment i què provoca. En tota experiència d’aquestes 1/3 és el set (la substància), 1/3 el setting (el context en que es pren) i l’altre 1/3 és l’estat intern de la persona.
Anant al programa “talla amb els mals rotllos”, deprès del mateix vaig preguntar a uns altres alumnes de 4º d’ESO més desperts (que posteriorment he tingut al batxillerat) què els havia semblat la sessió. Les noies em van contestar amb indiferència “Psè, està bé”, sense entusiasme. Als nois, també amb bastant indiferència, no els havia agradat. Em van dir que el resum era que només els homes eren els dolents. Un noi, en concret, em va dir: “en comptes de parlar dels maltractaments, el que fan és parlar malament dels homes”. Ni els nois ni les noies semblava que s’identifiquessin amb res del que allà se’ls va impartir. En fi, com el programa antidrogues “just say no”, que mai va servir de res.
L’estona que jo vaig estar en aquella classe d’alumnes “dolents” em va fer una mica de gràcia les expectatives i la ingenuïtat dels monitors. En concret, volien parlar dels estereotips; per a això passaven diapositives d’anuncis i coses així (ja se sap, la publicitat és molt masclista...). El monitors esperaven era que els nois caiguessin en els estereotips que mostraven, jo veia la seva cara d’expectació que denotava unes enormes ganes d’intervenir per corregir-los quan els passaven la imatge. Però els nois no hi caien, perquè encara superaven en relativisme a aquests benintencionats agents de la correcció política. “Buah, tohom pot ser tothom” (home o dona) contestaven amb fastidi i avorriment quan els preguntaven pel fet que fos precissament una dona i no un home, o al revés, segons la imatge estereotipada a la diapositiva. Indiferència total als papers estereotipats per part dels alumnes, contrarietat per part dels monitors que es quedaven sense poder impartir l’alliçonament que tantes ganes tenien. Si ensenyaven una foto d’una dona fent feines de casa, un noi contestava “a casa ho fa mon pare això”; nova decepció del monitor que veia de nou frustrada la seva expectativa de brillar impartint doctrina. Quan ensenyaven la foto d’una màquina rentadora i d’un mecànic arreglant-la, un altre replicava “però si no hi ha cap llei que prohibeixi ser enginyera”. En fi, que tots els esforços per alliçonar-los de les grans diferències que hi ha hagut i encara hi ha entre homes i dones (fins i tot analitzant el llenguatge: “coñazo, zorra...”) i del tremendament injustes i opressives que són aquestes diferències, es van topar amb una muralla d’indiferència i de relativisme total. “No et sentiries indignat si aquest anunci fos d’un home?” pregunta el monitor, amb l’esperança d’iniciar un diàleg. “No” contesta amb rotunditat l’alumne. Com vaig dir al post anterior, el relativisme és la posició que domina entre l’alumnat (espero que els de batxillerat que han passat per les meves mans, al menys, siguin més crítics ;-) ). I fins i tot ultrapassa el mateix relativisme dels apòstols de la doctrina de gènere.
L’altre ingredient d’aquesta doctrina és el constructivisme cultural. També hi tenia la seva ració a la classe quan van parlar de violència. Sobre aquest tema no vaig prendre tantes notes i només tinc apuntat que els monitors alliçonaven els alumnes: la ira i demés emocions negatives (discussions, gelos) es poden eliminar si hom s'ho proposa. Vaig apuntar: “To de moralina: Si tens això és perquè tu vols --> culpa”. És a dir, ens podem construïr com volem. Així doncs els aspectes problemàtics que generen tant el conflicte social per un costat com la infelicitat personal per l'altre simplement es poden esborrar amb només decidir-se a voler-ho de veritat. Vaja, encara més fàcil que amb els de la “New Age”, que per esborrar-los els cal invocar certes energies esotèriques. No sé si els monitors van poder esborrar de si mateixos la decepció i el cansament que mostraven al final de la classe, cosa comprensible, era un grup difícil.
Ara que acabo aquest post penso en aquells nois. Alguns encara me’ls trobo. Eren adolescents desconcertats, però ells no se n’adonaven. De la mateixa manera que recordo quan jo era molt petitet que ficava monedes a una vidriola que tenia la forma del cap d’un negre, una recapta que es deia el Domund que servia per cristianitzar els africans, doncs aquests adolescents també van estar objecte d’una altra mena d’evangelització. La bona intenció d’aquells joves monitors era patent. En ambdós casos compta més la passió de l’evangelitzador que les necessitats reals de l’evangelitzat, per això els resultats solen ser tan decepcionants atenent a l’esforç esmerçat. Per allà dalt al Dept. d’Ensenyament algún polític se sentirà orgullós d’aquests programes preventius, i les expertes en gènere que estan cobrant per dissenyar-los se sentiran totalment justificades. Aquells nois tenien l’autoestima per terra: eren uns fracassats escolars, molts estaven obesos, probablement la majoria fumava (tabac i més), miraven a les noies com qui veu marcians... la seva competència comunicativa era molt tosca (no només per a les assignatures), igual que la competència emocional per expressar el que sentien. El que l’institut els podia donar no els servia ni els interessava, no diguem ja aquest programa educatiu de gènere que aquí comento. Ara em pregunto què serà d’ells. El lloc que ocuparan a la societat, si tenen sort, serà el de les feines més dures, mal pagades i poc considerades, en competència amb els inmigrants, contra qui potser dirigiran la seva frustració ("en foten la feina!"). Tanmateix ells pertanyen al “gènere opressor”, al “gènere privilegiat”, i així és com se’ls pretenia alliçonar. A l’institut també tenim noies que no fan res, futures ni-ni. Si em fico a pensar què serà d’elles, la principal diferència que ara se m’acut és que, si als vint-i-poc anys es queden embarassades, ja tenen una justificació per a la resta de la seva vida.
El tema del fracàs escolar no és fàcil, entre altres coses, per les visions simplistes. Només cal escoltar els mass media: tothom té una solució (la seva). Si al fracàs escolar hi afegim la variable del gènere (masculí) encara es torna més complicat, en aquest cas perquè és invisible, estructural. Amb la cultura que ara domina em temo que es tardarà molt en corregir aquestes injustícies, sobre tot perquè ni tan sols es reconeix com a això, injustícia.

diumenge, 11 de setembre del 2011

Diàleg sobre el relativisme amb els meus alumnes

Un dels temes recurrents amb que tots els anys em trobo amb els meus alumnes, a l’hora de treballar la consistència dels seus raonaments, és la seva adhesió acrítica al relativisme gnoseològic i també moral. Ells no saben que la seva posició és “relativista”, és un dels conceptes que toca aprendre a 1º i 2º de batxillerat. Es tracta de la concepció que, més o menys, diu “tothom té la seva opinió i totes les opinions són respectables”. Vaja, el que Clint Eastwood diu a “Harry el brut”: “Les opinions són com els culs: cadascú té el seu”.

De vegades, adopto una actitud provocativa per ficar-los al davant la inconsistència d’aquesta manera de raonar. Per exemple, acabo d’explicar un tema a 1º de batxillerat, llavors em dirigeixo a un alumn@

- JO: A veure, explica’m amb les teves paraules el tema del que acabo de parlar

- ALUMN@: És que això depèn

- --Què vol dir que depèn?

- -- Doncs que cadascú pot tenir un pensament diferent sobre aquest tema

- --Ja. El que passa és que en filosofia no ens interessa el pensament diferent que la gent pugui tenir, el que ens interessa en filosofia és allò comú que tots tenim al pensar.

- --Però la gent té opinions diferents sobre la mateixa cosa

- --La opinió, en filosofia, no ens interessa gaire. Tot i que està de moda en aquests horrorosos programes de la TV on la gent s’escridassa defensant les seves opinions. L’any que ve, quan estudiarem Plató, ja veuràs com aquest definia la opinió com el contrari de la veritat. I en filosofia ens interessa la veritat.

- --És que la veritat és diferent per a cada persona. Jo no sé quina és la veritat; tu tens la teva i un altre té la seva.

- --Ja. Saps? Estic pensant en assassinar el meu veí. N’estic fart de la seva cara. No l’aguanto quan me’l trobo per l’escala.

- --??!!

- --Recordes que l’any passat, a Ciutadania, dèiem que la ètica servia per a ser feliç? Doncs jo seré molt més feliç el dia que deixi de veure per sempre més el meu veí.

- --Però això no ho pots fer

- --Per què no? Que no tinc dret a ser feliç? Per què he d’aguantar la cara del meu veí? Me’l carrego i ja està!

- --Com pots dir això! Està malament

- --Està malament per a tu. Per a mi, matar-lo, està molt bé. N’estic fart d’aguantar-lo. Viuré molt millor sense ell.

- --No pots matar a ningú, això està malament

- --Aquesta és la teva opinió. I jo respecto la teva opinió. Però jo en tinc una altra; per tant, fes el favor de respectar la meva opinió

- --??!!

- --Em pareix molt bé que tu opinis que matar a qui et cau malament no està bé. Però jo tinc una opinió diferent. I per què la teva opinió ha de ser millor que la meva? Respecta la meva veritat com jo respecto la teva...

Arribats en aquest punt, els alumnes es solen quedar paralitzats sense saber què contestar. De vegades faig variacions en aquests tipus de diàlegs. Per exemple, em fico en el paper d’una àvia africana que vol tallar-li el clítoris a la seva néta. Quan em diuen que això està malament els replico amb aquests arguments:

- --Entenc que vosaltres, els europeus, no vulgueu tallar el clítoris a les vostres nenes. Vosaltres teniu una altre costum, els hi foradeu l’orella. Jo respecto la vostra opinió. Però no teniu cap dret a venir aquí a criticar els nostres costums. Durant segles ens heu envaït, ens heu colonitzat, dèieu que érem salvatges i que els negres érem inferiors. Nosaltres mai no hem imposat els nostres costums als europeus, per què heu de venir vosaltres a criticar els nostres valors? Vosaltres no sou superiors a nosaltres. Cadascú té la seva cultura i ningú té dret a ficar-se amb els costums dels altres.

En aquest cas, la majoria, davant d’aquesta argumentació pròpia del relativisme cultural (el contrari del etnocentrisme, que té una mala fama ben merescuda) assenteixen. Sort que sempre hi ha una minoria d’alumnes que diuen que no i que no, que fer això és inacceptable, tot i que no saben (encara) desenvolupar els arguments per atacar la meva posició. És llavors quan els parlo de la universalitat dels Drets Humans, que garanteixen les particularitats de cada cultura, però que aquesta particularitat no es pot posar per sobre dels drets bàsics com la integritat física.

La qüestió del relativisme és un cavall de batalla recurrent a les meves classes. La confusió entre “totes les persones són respectables i tenen drets” i “totes les opinions són respectables” la tenen molt arrelada. De fet, està molt arrelada en la nostra cultura postmoderna, que pretén afavorir a tots els grups per igual i detesta tant les jerarquies com les imposicions. Òbviament aquesta visió representa un avenç front a la racionalitat tecnocapitalista homogeneïtzadora que no tenia prou en compte les minories ni la pluralitat (el vMeme taronja front al següent verd), però quan això es duu a un extrem, com ara passa, acaba degenerant en el “tot s’hi val; qualsevol cosa que tu facis, mentre a mi no m’afecti, està bé. Cadascú fa el que vol i cadascú és com és”. En l’àmbit cultural, la patologia del vMeme verd, o postmodern, o “progre”, ha portat a la confusió que ara es viu amb les qüestions de gènere i a les injustes lleis misàndriques, entre altres coses.

divendres, 9 de setembre del 2011

Teoria sexual. Por Joan Umbert Font

Fuente: http://gabinetepedagogico.jimdo.com/2011/02/20/eros-%C3%A1gape/

Vista la evolución que ha seguido el concepto de masculinidad-feminidad, desde Sandra Bem (1974), proponiendo el concepto de androginia, y los diferentes problemas que conlleva dicha teoría, Spence dice que lo ideal sería que la conducta no tuviera sexo, mas, en mi opinión, el problema viene cuando la cuestión de masculino o femenino es un aspecto fundamental y primordial… Me estoy refiriendo a las relaciones íntimas de pareja. Aquí, la conducta sí que tiene sexo. Estoy de acuerdo de que atributos como fuerte, sensible, etc., no se tendrían que atribuir a estereotipos masculinos o femeninos, ahora bien, una vez liberados estos atributos de toda identificación sexual, es preciso preservar la polaridad que hace que los miembros de una pareja se sientan atraídos. Para eso, no es necesario retornar a patrones patriarcales de relación de pareja, sino que es posible ser muy masculino o muy femenina desde el respeto mutuo. Y hablo tanto de parejas hétero como homosexuales. Partiendo de estas premisas, analizaré qué es ser masculino o femenina en esta dimensión del ser, pues la energía sexual reverbera en todas las dimensiones del ser humano (cuerpo, emoción, mente, etc.) y una conducta sexualmente neutral en la relación de pareja disminuye la polarización y, por tanto, la atracción. Una relación íntima en la que haya una gran atracción mutua, fuertemente polarizada, hace que la energía sexual (que es la energía vital, pues no existen energías diferentes, solamente hay una energía de vida, que es el mismo amor, en hindú prajna, en el Tao lo llaman Chi...) bañe todos los rincones de nuestro ser, provocando que traspue alegría, vitalidad y gozo de vivir.

Si observamos detenidamente la acertada afirmación de que la ciencia hecha por hombres es parcial y que se tiene que completar con la visión femenina, esto implica que los hombres y las mujeres conciben el mundo de forma diferente. Y yo diría que esta diferencia no se debe al sexo, sino a la polaridad energética que expresan. Según David Deida[1], un 80% de las mujeres expresan una polaridad energética con su núcleo tendiente a lo que él llama Comunión, Plenitud o Ágape; un 10% expresan una polaridad tendiente a la Libertad o Eros; un 80% de los hombres expresan una polaridad energética con tendencia a la Libertad o Eros; y un 10% de Ágape. El 10% de las mujeres y el 10% de hombres que faltan tendrían las fuerzas más equilibradas. Y lo que es más importante, que equilibrado energéticamente no significa mejor que encontrarse en un extremo, pues esta base o núcleo de la personalidad sostiene la construcción posterior de todo el ser.

Este mismo autor reconoce como algunas de las principales quejas de sus clientes en terapia esgrimen son, por una parte, y cito textual, “las mujeres quejándose de que los hombres se están volviendo más débiles, menos comprometidos y que carecen de determinación y decisión, en definitiva se quejan de que los hombres se han vuelto afeminados. Y los hombres se quejan de que las mujeres se están endureciendo, son más resistentes e independientes, hasta el punto de resultar poco atractivas. En resumen, se quejan de que las mujeres se están volviendo demasiado masculinas. Los hombres y mujeres modernos han descubierto que la igualdad, por sí misma, no asegura una relación apasionada y floreciente”.

Tener un predominio energético de Eros-Libertad o Ágape-Plenitud no influye en la tendencia sexual, ya sea hétero, homo o bisexual. Se puede tener un fuerte predominio de Ágape (considerado femenino) y ser un hombre heterosexual.

Este enfoque aporta una novedosa visión que supera la insostenible tesis sobre el grado de masculinidad o feminidad, medible por tests, llena de escollos difíciles de superar, como, por ejemplo, responder a la pregunta de porqué una determinada conducta era considerada masculina o femenina. Con este enfoque, la conducta queda libre de sexo y, además, toda persona tiene, en más o menos medida, las dos fuerzas primordiales en su propio ser.

Toda persona debería cuidar el desarrollo de su Eros y de su Ágape, mas no es lo mismo que la equilibración entre lo masculino y lo femenino que propugna la teoría andrógina. Eros y Ágape no tienen el por qué equilibrarse. En la vida pública conviene el equilibrio, aunque en la esfera privada no, si se desea polaridad, atracción y pasión en la pareja.

Cada una de estas energías tiene sus virtudes y patologías. Y citando textualmente a Ken Wilber[2], “Eros sano tiende hacia la autonomía, la fortaleza, la independencia y la libertad, mientras que su versión insana o patológica tiende a infravalorar o a supravalorar esas virtudes, en cuyo caso, la autonomía se convierte en alienación, la fortaleza en dominio, la independencia en temor patológico al compromiso y la relación no conduce hacia la libertad, sino que se convierte en un impulso hacia la destrucción que deja al individuo sumido en el miedo. Y algo parecido ocurre también con la fuerza Ágape, que sana tiende hacia la relación, el flujo, el respeto y la compasión, y su modalidad enfermiza acaba naufragando en cada una de esas dimensiones. En tal caso, en lugar de mantener las relaciones, se pierde en ellas, y en vez de alentar el desarrollo de un yo sano en comunión con los demás, pierde el yo y se confunde con las relaciones en que se halla sumida/o. Entonces es cuando la conexión acaba convirtiéndose en fusión, el flujo en pánico y la comunión en una auténtica empanada. Por este motivo, la energía Ágape insana no encuentra la plenitud en la relación, sino el caos en la fusión”.

En cuanto a los hombres[3], por su predominio en Eros, estudios científicos modernos demuestran que les es más fácil entrar en un estado de observación, que precisamente es en lo que se ha basado tradicionalmente el método científico patriarcal, porque hay una distancia involucrada. En cambio las mujeres tienden a la comunión o “tocar”.

Yendo hacia atrás en la psicología evolucionista, cuando los hombres cazaban y las mujeres cuidaban a los niños, el tipo de conocimiento que hizo que la supervivencia siguiera fue juntarse en grupos y mantener una cierta distancia entre ellos para cazar. La ventaja de una observación en tercera persona es que pueden ver “enteros” (cosas completas). Así pues es sólo en la distancia que puedes ver un bosque. Puedes tocar un árbol, mas para ver el bosque necesitas la distancia, necesitas distancia para ver “enteros”.

Por otra parte, el trabajo primario de las mujeres era táctil: tienes un bebé, y tienes que captar todos los matices de ese bebé para que sobreviva (si tiene hambre, si está triste, si siente dolor, etc.). Así que las mujeres han desarrollado una escala emocional exquisita.

Ambos tienen fortalezas y debilidades; las mujeres tienen un modo de relacionarse táctil, mas no es holístico. Los hombres tienen una visión “holística”, aunque distante, separada.

Si están trabajando en la resolución de problemas, las mujeres se van a reunir si algo anda mal, y van a tratar de “tocar el tema”, lo van a charlar. Un hombre, si está en la reunión, va a ir a por su solución; va a decir: -Ok, ¿este es el problema? Vamos a hacer esto y problema resuelto-. Y las mujeres van a decir: -¡Oh no, no!- Porque, de hecho, si aparece la solución significa que la charla se acabó, y no hay más contacto.

En la iconografía budista, el principio masculino es representado todo negro, que simboliza el puro vacío de contenido, el inamovible observador. En cambio el principio femenino es representado como pura luz blanca y radiante. Mientras el principio masculino quiere ver, el femenino quiere ser visto, quiere radiar, quiere brillar. Lo no-manifestado y lo manifestado.

Insisto, las personas los tienen ambos. La feminidad se complementa encontrando la distancia justa de su “tocar”, de otro modo no tiene libertad, volviéndose adicta a su relación, y esto tiene mucho que ver con la adherencia, encontrarse perdidas en la relación. En cambio, la patología clásica de lo masculino es su autonomía, su rigidez, represión, no poder sentir. Por tanto, lo que se debe hacer es equilibrar cada una de estas fuerzas para lograr la salud. El quid de la cuestión es que tenemos ambos aspectos en nosotros y cada uno de estos debe estar sano, sin excederse de demasiado o demasiado poco, y sólo en este sentido es necesaria la equilibración.

Wilber continua diciendo que no se tiene que forzar la paridad en el mundo laboral o esfera de lo público entre hombres y mujeres, sino que es preciso cargos donde se valore la capacidad de relación, de trabajo en grupo, de comunicación, de responsabilidad, equilibrando valores más propios de lo masculino, como la fuerza, el riesgo, la racionalidad, etc. Por tanto, en estos nuevos cargos, de forma natural, las mujeres aventajarían a los hombres. No se trata de suprimir los valores propios del género masculino, sino de equilibrar la balanza.

Respeto a la escuela, podemos observar que de lo que más se habla en la actualidad es de aprendizaje significativo, cooperativo, responsable, grupal, socializador, educar las emociones, etc. Por tanto, se puede afirmar que, al menos en esto, sí se está rectificando una educación patriarcal, que solamente se preocupaba del fomento de la razón, los conceptos, la individualidad, la competitividad, etc. Y lanzo esta pregunta: ¿porqué hay tanta predominancia de mujeres sobre hombres que estudian pedagogía y magisterio? En mi opinión es porque la escuela es un lugar de estrecha interrelación con otros, de colaboración, comunicación, donde no se está solo en casi ningún momento. Y me atrevo a decir que la escuela es femenina.

En cuanto a la lectura de la historia, es totalmente cierto que se ha hecho una lectura totalmente machista, priorizando el ámbito público y olvidando el doméstico en que las mujeres se han dedicado a lo largo del patriarcado, ahora bien, no es justo ni verídico hacer una lectura de este patriarcado como si hubiese dos equipos comtrapuetos, hombres contra mujeres, sino que se trata de la historia de una especie, la humana, sexuada bipolarment (hombres y mujeres), que en sus orígenes intenta abrirse camino, y dado el escaso desarrollo de la cultura, se impone lo más obvio, natural, y si se quiere, brutal, como la mayor corpulencia y fuerza física de los hombres, y que las mujeres son las que dan a luz después de una larga gestación, y estas evidencias o hechos dados dentro de unos sistemas de pensamientos arcàics y míticos dieron como resultado una fuerte diferenciación de los roles por sexos.

Plantear la historia como la lucha entre dos equipos, además de ser falaç, implicaría que las mujeres fueron derrotadas por los hombres, y por lo tanto, más estúpidas, lo cual no es verdad. Ni todos los hombres unos cerdos ni todas las mujeres unas borregas.

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[1] DEIDA, David. (2005): En íntima comunión. El despertar de tu esencia sexual. Madrid: Gaia ediciones, pag. 40-41.

[2] WILBER, Ken. (2008): La visión integral. Barcelona: Ed. Kairós.

[3] WILBER, Ken. [Documento en vídeo de Internet]: http://dotsub.com/view/0100de44-f3a4-486f-931f-21f635ab424f. (14 de Mayo del 2009; a las 22:15h.).

divendres, 29 de juliol del 2011

Cómo ser hombre en nuestro mundo. Por Josep Mª Fericgla


Entre dioses desorientados

Eric ha cumplido ya 15 años, primera estación en su madurar. Un buen día pregunta qué debe hacer para ser masculino, qué significa cuando alguien dice: ¡Eric ya es todo un hombre! Y, sin saberlo, pone el dedo en una llaga profunda.

Son muchísimos los hombres algo desorientados que intuyen que las mujeres han tomado la delantera en ser lo que son, y que ellos están perdiendo el tiempo y las oportunidades de ejercer como hombres. Veamos de explicar a Eric cómo ser hombre sin que suponga ninguna descalificación para nadie.

De entrada, es imprescindible un pacto general entre humanos. Hay que aceptar que la masculinidad y la feminidad no son un pene y una vagina húmedos, sino que se trata de caracteres psicológicos que cada persona lleva dentro y que se traducen en pautas de conducta que cada humano ejerce en determinadas circunstancias y en relación a los demás. Entre los últimos cambios de nuestras sociedades que son muchos y complejos ha sucedido que: a) las mujeres han redescubierto la feminidad; b) las mujeres han asimilado buena parte de la masculinidad; c) se ha alimentado la tan necesaria feminidad en los hombres; y d) falta... reconstruir la masculinidad en los hombres. Este aspecto tan esencial en la vida se ha convertido en algo muy ambiguo y por ello Eric no acaba de entender qué implica ser varonil. En definitiva, cómo ser hombre. Vayamos, pues, por partes.

El espíritu viril se caracteriza por estar lleno de promesas creativas y de aventuras descubridoras, pero precisa del alma femenina para impregnarla de tales anhelos y convertirlos en realidad. El mundo necesita de la osadía del espíritu masculino, de la misma forma que necesita la parte receptiva femenina que se encarga de dar forma y vehículo a las explosiones masculinas. Se buscan el uno al otro y Eric lo intuye, pero el espíritu masculino se muestra elusivo y hoy ha sido suplantado por tres viles substitutos: el primer sucedáneo de la virilidad ha tomado la forma de varón hiperactivo –la mayoría de hombres adultos; el segundo aparece bajo la cara del adolescente de treinta o cincuenta años que se niega a crecer y hace lo posible para contentar a la mamá-esposa –es decir, los hombres nueva-era y la mayoría de estrellas del rock, que reciben el estatus de héroes justo por explotar su imagen de niños rebeldes que se niegan a crecer, ejemplificados por el mismo Clinton. El tercer substituto de la verdadera masculinidad lo constituye el modelo Rambo, hombre-músculo insensible cuyo único interés es dominarlo todo a su alrededor, sea a garrotazos o... ¡porque pago yo!. Tampoco ese modelo le gusta a Eric porque eso implicaría el desprecio de sus congéneres y él es perspicaz. Así que reflexionemos todos porque en una situación como ésta es imposible casar lo masculino y lo femenino, y ¡que no se olvide! es el conjunto de la sociedad la que está cautivada por el modelo de varón tiránico movido por la necesidad neurótica del control o por el de hombre que se niega a crecer. Y no hay remedio a medias: cuanto más debilitado y desvalorizado queda un elemento del par genesíaco (masculinidad/feminidad), más sufrirá el otro las heridas complementarias.

Mira Eric, los romanos de la época imperial comprendían que una cosa es el espíritu viril y otra distinta es la personalidad de cada varón concreto, ya que hay tantas formas de ser hombre como hombres sobre la Tierra. Los romanos denominaron animus a ese espíritu viril, término que retomó C.G. Jung para referirse a ese algo masculino que hay en el aliento. Para que hubiera armonía, el animus debía estar presente en todo lugar y en cada individuo. Nuestros ancestros levantaban pequeños altares domésticos o lares (de donde nace nuestra palabra “hogar” o la catalana llar) para honrar ese espíritu viril, genio de la familia que se creía pasaba de generación en generación cuando una persona joven –chico o chica besaba al padre moribundo. Así, la masculinidad no se identificaba exclusivamente con los hombres, sino con este espíritu que necesitan unos y otras, toda la sociedad, aunque por la división natural de los géneros es el hombre quien mejor encarna las hechuras de lo viril.

Jung consideraba el animus como espermático y pregnante, y las mujeres buscan este espíritu masculino generador de vida porque el alma femenina lo necesita. El problema es que ellas, a menudo, se encuentran con el fetiche de la potencia viril aViagrada en lugar de una auténtica fertilidad y... se quejan. Buscan el impulso de lo varonil y a veces solo hallan un paquete de músculos prepotentes a menudo incluso impotente–, pero no el espíritu viril, el verdadero, que fertiliza la imaginación y la vida de las mujeres, el que ofrece seguridad no brutalidad. Un hombre no domina una mujer ni la trata con violencia si el verdadero animus se manifiesta a través de él. Los varones que fuerzan mujeres son justo los más débiles y desesperados, los menos masculinos.

Es tremenda y dolorosa la actual confusión entre esos hombres que se pavonean como adolescentes ante las mujeres, y el sentido verdadero y profundo de la virilidad. Esta confusión nos está distanciando a unos y a otras y, como triste consecuencia, las mujeres o bien se inclinan demasiado hacia lo femenino y se convierten en la muchacha desprotegida y conservadora que se dedica a seducir a los chicos como estrategia para sentirse segura, pero que nunca actúa siguiendo sus propios impulsos por temor a enojar al Rambo; o bien hacen lo contrario y –al igual que el engañoso varón hiperactivo– se dedican a los negocios y a sus carreras profesionales olvidando su ser femenino, receptivo y formador de vida. Los hombres deben irradiar ese espíritu masculino del que tanto carecemos; las mujeres necesitan la esencia viril del hombre para ser mujeres y viceversa.

Entre los griegos –Eric, escucha bien, el dios Eros era el principal espíritu viril. La masculinidad es erótica por naturaleza, y es erótica porque es viril. Ser masculino implica ser capaz de tolerar el impulso incontrolable de Eros, vivir movido por el deseo pero... sin ser su esclavo; la fuerza de lo masculino es la potencia creativa del propósito. Eros era la fuente de ese poder y el varón se hacía fuerte y verdaderamente sólido a través de su participación en este influjo erótico. No obstante, existe una diferencia fundamental entre la fuerza que otorga Eros y la capacidad de manipulación que genera el abuso de Eros: los sujetos que esclavizan la feminidad por medio del enamoramiento, esos Donjuanes aniñados que tanto abundan hoy, en realidad son púberes asustados que se defienden del brutal poder de Eros que se agita dentro suyo. Ser hombre es ser fálico en el sentido del resplandor de la libertad creativa, no de la pasiva oscuridad de la dependencia: según algunos autores, “falo” en su etimología significa “luz”. Los hombres, querido Eric, se vuelven violentos y levantan puños y bayonetas afiladas precisamente cuando su verdadero espíritu viril no puede brillar.

Pero ¿cómo hago todo eso? interroga mi desconcertado ahijado. Él, a nivel práctico, está dominado por los modelos que le llegan desde los medios de comunicación de masas, esas tremendas herramientas vehiculadoras de simbología que construyen nuestros valores y vidas. Cuando Eric trata de pensar en un modelo masculino, viril, aventurero y firme, lo que aparece en primera línea de su memoria es justo la ausencia de tal ejemplo; vacío que es atiborrado por la imagen mass-media de hombres jóvenes con barba de dos o tres días y luciendo correosas expresiones de papel-cartón; es este modelo actual de falsa dureza masculina cuya expresión y actitud vital es la de estar de vuelta de todo sin haber ido aún a ninguna parte. Robert Bly los describe como machos blandos que carecen de energía y que preservan la vida, pero no la dan. En estas caritas anoréxicas de modelo pretencioso no consigo ver ni la lejana sombra de Ulises, patrón de virilidad esencial de nuestra cultura mediterránea. Son varones sin energía que a menudo aparecen junto a mujeres fuertes que podrían ser sus mamás. Quizás sea así porque a finales de los años sesenta, cuando el movimiento feminista fue el abanderado de la reconquista del Ser, la mujer nueva que estaba naciendo precisaba un hombre suave, y con ello nos quedamos. Es como si ellas hubieran dicho: nos acostaremos contigo si no eres tan agresivo ni tan macho, y la masculinidad se equiparó a la agresividad y falta de respeto por lo distinto. Es así como de forma muy resumida– los hombres hemos aprendido a ser receptivos y suaves, pero... algo anda mal.

Atributos de lo masculino

Para que funcione la pareja cósmica representada en cada pareja humana se requiere algo de violencia: no hay cambio sin violencia, y para que una pareja funcione debe haber cambio (pero, ¡ojo! violencia y agresividad no son lo mismo). Es decir, la vinculación del hombre a su propia parte femenina (espontánea, receptiva, conservadora) ha sido una etapa necesaria en el camino hacia la deseada individuación global, pero el paso siguiente ha de ser redescubrir el salvaje que todo hombre lleva dentro, salvaje que constituye la propia alma de cada varón y cuyo modelo ideal tradicional está encarnado por el dios celestial caprichoso, colérico, celoso, dominante y despectivo con la debilidad. Este dios ha tenido diversos nombres: Cronos, Zeus o Urano entre los griegos; Júpiter y Jove entre los romanos; Jehova entre los judíos o Alá en el Islam; Arútam entre los jíbaros amazónicos, pero todos representan casi lo mismo. De aquí que lo masculino lleva en su esencia un divino guerrero insobornable que debe luchar por la verdad sin remilgos y por el descubrimiento constante de la vida y del mundo. Pero todos estos dioses, Eric, no son si no reflejos inventados por el ser humano de lo que debe ser una masculinidad con los pies bien anclados en la tierra. Son dioses que actúan como progenitores en este planeta, involucrados en la evolución y preservación de la vida. Eso está impreso en nuestros huesos viriles y debemos sacarlo para llegar a Ser. Y en nada impide la existencia de una masculinidad sentimental, un modelo varonil con espacio para las fluctuaciones emotivas, incluso para la homosexualidad: los hombres también lloran y aman, son vulnerables y extrovertidos. Una imagen que me impresionó en la adolescencia, leyendo la Odisea, fue cuando Ulises... ¡llora delante de gente! Si Ulises llora, también puedo hacerlo yo. Pero Ulises no sólo llora, claro: lucha, se arriesga, decide, es violento y astuto, le gustan las mujeres pero las sabe respetar; conoce las artimañas para enfrentarse a las engañosas sirenas y al gigante Polifemo y salir victorioso de ello... Esas luchas son símbolos de las guerras interiores, del propio espíritu viril que cada uno debe afrontar como hombre, del descubrimiento que cada uno debe hacer de sí mismo atravesando todas las guerras civiles internas que haga falta.

Podríamos hacer una larga lista de atributos pero, siendo concisos para Eric, resumimos explicándole que un varón debe ser creativo, fecundo y dador de vida, generador de situaciones, atento y protector y compasivo con la fragilidad. Debe aprender a vivir en armonía con la naturaleza y con la feminidad, debe ser también erótico, libre, salvaje y alegre, enérgico y, sin duda, violento sin ser tirano. Esta imagen nos despierta los recuerdos de un grito lejano, procedente del héroe mítico, invencible, patriarcal y guerrero; del mártir que sufre en silencio escuchando su dolor sin remilgos, suavemente femenino. Un hombre deber ser como el fálico dios Coptos, protector de los viajeros, otro símbolo de masculinidad, entre nosotros también encarnado por el navegante Ulises.

Otros dos atributos propios e intrínsecos de la virilidad son el tomar decisiones y asumir responsabilidades. Un hombre debe tomar decisiones con consciencia y cada una es un paso hacia su madurez. Cada deber que uno adquiere implica asumir nuevas responsabilidades y la lucha –de aquí la violencia necesaria– se da porque el ser humano es perezoso, nos cuesta asumir obligaciones autoimpuestas y salir de situaciones complacientes, edípicas y dependientes que nos siguen meciendo en una hamaca de inconsciencia e irresponsabilidad. Como dice el padre de Eric, para ser hombre hay que podar las ramas de la niñez y de la inmadurez, pero sin herir el alma tierna y candorosa del árbol: las primeras son elementos podridos, lo segundo mantiene al hombre en contacto con su más sagrada esencia.

En primer lugar, Eric, un hombre debe hacerse amigo de su propio padre y abuelos. Guste o no, ellos son el principal modelo de masculinidad que uno lleva dentro. Si no se tiene padre, o está ausente, hay que buscar otros hombres a los que se sienta como varoniles, rectos, fuertes, valientes y creativos. Además de ello, un hombre debe mostrarse exteriormente cortés con todos, sean ricos o pobres, amigos o enemigos, poderosos o miserables, debe saber ceder el sitio. Ha de ser capaz de discriminar, de tomar decisiones y de responsabilizarse de ellas; de esforzarse por comprender lo distinto y proteger lo femenino, así sea arriesgando la propia vida. Un hombre debe vivir comprometido en una búsqueda sagrada y, por el hado de los tiempos en que vivimos, para muchos esta batida no tiene sentido hacerla en el mundo exterior: eso fue en la época de los viriles cowboys que iban a descubrir y conquistar nuevos territorios en el legendario far west. Hoy, la aventura de la masculinidad debe tener una orientación interior; los hombres necesitamos redescubrir y educar al salvaje que todos llevamos dentro, hay que buscar el equilibrio más sólido, no los afectos protectores y castrantes de la esposa-mamá que decide por el marido-hijo.

A pesar de todo ello Eric, mantente interiormente libre y no confíes demasiado en nada ni en nadie, ni en mí. Ámate a ti mismo y a las cosas que hagas, pero no por el beneficio que te puedan dar, sino porque las haces tú. Vive como si hubiera llegado el día es la conclusión final de F. Nietzsche, eso te hará sentir más viril, poderoso pero no tirano, y ocupando tu lugar en el mundo. Eso implicará para ti... ser un Hombre.

Josep Mª Fericgla.

Dr. en Antropología cultural. Web 1. Web 2.