Antonio Bueno, notable poeta,
compañero de exploración de masculinidades, amigo querido, amén de otras
virtudes que ya no voy a detallar, hace unos días nos compartió este texto. Más
que una mera reflexión intelectual, sale del alma y se dirige a tocar el alma
masculina. Por su interés lo reproduzco aquí
Hay una forma de abuso infantil en el que se subestima la sensibilidad del niño, sobre todo si es chico, al compararla con la adulta. Así, no se le permite expresar sus emociones —sobre todo de dolor— porque no se consideran importantes.El adulto, sin recordar su niñez, no valora las emociones del niño, piensa que son tan pequeñas como él, insignificantes en comparación con su propio dolor, su sufrimiento.Ese mensaje lleva su comportamiento, cuando no lo dice literalmente.El niño sensible se calla entonces sus emociones, a veces incluso sintiéndose culpable o injusto ante el dolor de sus padres.El joven también se calla lo que siente, o sólo en parte, pues quizá exprese su rabia, su miedo o su tristeza disfrazándolas de indolencia, de descuido, de aburrimiento, de rebeldía o de ira.Y más tarde, ya adulto, seguirá haciéndolo.Y puede pasar que de las palabras acabe desconfiando, pensando que es tanto lo que hay que expresar, acumulado o profundo, que las palabras son incapaces de conseguirlo.Esta puede ser una de las causas del famoso “silencio de los hombres”.Un hombre no llora su dolor, no expresa sus emociones.No debe sentir dolor. Y si lo hace, debe callárselo.De ese no expresarse hay un paso a no sentir, o a no advertir lo que se siente, roto el contacto con su interior.Tanto se ha endurecido el corazón.