Hay signos de que
algo está cambiando últimamente en el panorama de la política y el gobierno. La
notícia más destacable para mi ha sido el anuncio del ministro de justicia que
quiere replantear la Custodia Compartida. He leído por internet las lógicas
reticencias por parte de las asociaciones que hace años que luchan por ella.
Sin embargo, después de los “años de plomo” que hemos pasado, su mero anuncio
me parece un grandísimo avance, independientemente de cómo se acabe
concretando. Hay que recordar que no hace tanto, desde los ámbitos oficiales, y
también los sociales y culturales, con toda la impunidad y toda la prepotencia se
tildaba de “machistas” y “maltratadores” a los que se les ocurría pedir ese
cambio legislativo. Se puede consultar esta entrada para leer más detalles de
esa historia. El dominio del lobby del feminismo del resentimiento[1]
era absoluto, y el pensamiento disidente era eficazmente anatemizado (para un
análisis y seguimento cotidiano de esa práctica, el blog “Personas no género”
me parece un referente imprescindible en lengua castellana). Ahora, incluso he
visto un diputado, Toni Cantó, que en el Congreso declara sin complejos “Vds. han construido la igualdad contra los
hombres”, encendiendo la furia de las que se creían moralmente superiores
para juzgar y estigmatizar al que no comulga con su dogma.
Otro cambio, frente
a la estupidez moralizante y dogmática de lo “políticamente correcto” en género,
ha sido el informe de la Real Academia sobre el lenguaje sexista. Los que antes
pontificaban y trataban de maltratar, sin conseguirlo nunca del todo, la lengua
castellana (vale también para el catalán) se han quedado bastante callados. Por
fin parece que queda desactivada esa aspiración de raigambre postmoderna de “cambiando el lenguaje se cambia la realidad”,
con su moralina que convertía la lengua y sus estructuras gramaticales
profundas –lo más ajeno que hay a la política- en un pesado fárrago, y a sus usuarios
los forzaba a un permanente examen de conciencia (gramatical) de muy dudosa
eficacia para la política de igualdad. Los más recalcitrantes de lo
políticamente correcto quedan retratados en su majadería, y la gran mayoría de
la población suspira de alivio al saber que puede continuar sin mala conciencia
usando su lengua tal como el pueblo la ha creado.
Veo más signos aquí
y allá. Sé que estos “años de plomo” no van a cambiar de la noche a la mañana,
y que en la corriente principal de los media
y la cultura hay todavía una gran misandría que se confunde con el feminismo y
la “lucha por los derechos de las mujeres”. El último signo de cambio lo leí el
otro dia por casualidad en internet: El que denominé “Inquisidor Mayor del
Reino”, el Dr. Lorente Acosta, parece que desde que dejó su poltrona política
de la violencia de género, escribe un blog donde mantiene sus disparates, su
deshonestidad intelectual y su odio misándrico. Con eso de haber perdido su
cargo para bajar a ser un mero ciudadano y bloguero, parece que en ese blog
está recibiendo muchas opiniones de lo que antes, desde su atalaya, debía
despreciar como “machista” o “agresor de mujeres”. Tantas opiniones habrá
tenido que leer, que hasta ha tenido escribir un artículo a la
defensiva diciendo que él no defiende que todos los hombres son malos y
todas las mujeres buenas. Que semejante fanático, que hasta hace cuatro días
distorsionaba la realidad y el lenguaje sin ningún escrúpulo con tal de
mantener su dogma enfermizo, se vea obligado a ponerse a la defensiva es una
simple anécdota, pero quizás también un signo de este comienzo del fin de los
años de plomo. Espero que el aire se vuelva más respirable para los
planteamientos que tratan superar los roles de gènero tradicionales, no desde
el victimismo y la confrontación entre hombres y mujeres, sinó desde la
búsqueda común de un camino que nos sirva a todos en estos tiempos que corren.
[1]En lugar de mi definición nietzscheana
“feminismo del resentimiento” (inventada en homenaje a la “Genealogía de la
Moral” de Nietzsche), Emilio, en su blog “Personas no género”, después de años
de análisis, usa el término más neutro de neofeminismo.
El mismo hecho que cueste tanto encontrar un término para referirse a un
discurso fanatizado que se camufla dentro de los discursos que más han hecho
por la emancipación de la humanidad –el feminismo- es una muestra de lo
arraigado que está y del trabajo que aún queda por desenmascarar las ideologías
opresoras (algo así diría el pesado de Althusser) y sus camuflajes.
Gracias por lo pueda tocarme Enric.
ResponEliminaUn saludo
...doncs no veig res més polític que la llengua. I les estructures profundes de la llengua representant l'estructura profunda de les relacions de poder reals (estadísticament parlant).
ResponEliminaAltra cosa és la idea postmoderna de desconstruir el llenguatge pensant que desconstrueixes la cultura i la política...jejeje
una abraçada Enric.
jordi
Bravo Enric, fins i tot les cases mes grans poden caure si es colpeja um millió de voltes el mateix clau...
ResponEliminaSalut!
Hola Jordi
ResponEliminaDiscrepo. La política és l'art d'organitzar-nos els humans per a la millor gestió dels nostres afers públics. Les estructures gramaticals estan anclades en l'inconscient, més enllà de la decissió, la deliberació, la voluntat i la elecció. La gramàtica és aliena a tot això. Tot al revés de la política, que té a veure amb la llibertat, la elecció etc
Salutacions cordials
Acabo de leer ahora mismo en "EL País" que el Supremo ha subido la inhabilitación del juez Serrano de 2 a 10 años. Ya leeré los detalles de esta vergüenza por internet. Lo que ahora siento son las ganas de "comerme" este post con patatas, que me dejé llevar por un exceso de optimismo... En fin, ya veré que reacciones hay a semejante despropósito.
ResponEliminaLo siento por esa persona que conocí brevemente hace unos meses, y me pareció un hombre justo, cabal y valiente, y también un poco vehemente (es decir, falto de astucia). El Stablishment lo aprovecha para acabar con él, no le perdona su decencia de hablar en voz alta. Espero que su vida personal no se vea en exceso afectada por tamaña injusticia