dissabte, 12 de juny del 2010

El sexo de la violencia. De la violencia a la piedad.

De el libro el sexo de la violencia, editado por Vicenç Fisas entresaco estos parágrafos del artículo de Maria Jesús Izquierdo
"Cuando se separan se encuentran desposeídos, se quedan sin casa, sin hijos, tienen que pasar una parte considerable de su salario a la mujer que ya no es "suya", sobre todo porque se niega a serlo. La paradoja cruel es que las sentencias de divorcio que favorecen a las mujeres, y esa es la tendencia, no están dictadas a favor de la mujer, sino a favor del mantenimiento de las relaciones patriarcales entre la mujer y el hombre, y el hombre que se revuelve ante el divorcio, aunque los golpes los recibe la mujer, está descubriendo la naturaleza invisible, oculta del patriarcado, la otra cara de ser un "ganador de pan". pg 83
La última parte del artículo se titula "De la violencia a la piedad". Acaba así:
"La subversión del problema consistiría en que no sea la mujer quien necesite ser protegida sino el hombre" (...)
"La humillación de la mujer al hombre es un arma tan patriarcal como la violencia física del hombre contra la mujer, lejos de transformar las relaciones entre los sexos las fija y las confirma. La compasión, la piedad, negarse a producir sufrimiento, reconocerse en la persona que padece pero a la vez agrede, como la otra cara del propio sufrimiento del hombre expresado en explosiones de violencia o violencia sistemática, apiadarnos de su sufrimiento, a la vez que les impedimos prácticamente el ejercicio de la violencia, es tanto como destruir la lógica del patriarcado y por ello sus condiciones de posibilidad. La lucha contra la desigualdad patriarcal tiene una dimensión ética. El deseo de venganza se traduce en compasión al diferenciar a las personas de las posiciones sociales que ocupan, al no confundir los hombres con los "hombres".
Esto fue escrito antes de la aprobación de las leyes misándricas vigentes que han demostrado no servir demasiado, por mucho que Lorente y su lobby del feminismo del resentimiento pretendan disimularlo. Como dice al final del artículo, han confundido a los hombres, concretos, con los "hombres" una abstracción genérica que no ha servido para abordar racionalmente el problema de la violencia. En otras palabras, la habitual confusión de cierto feminismo entre lo personal y lo estructural.
Me ha gustado como el artículo recoge la expresión "ganador de pan" para "el hombre". Históricamente ha sido así, además de arriesgar su vida en los trabajos más peligrosos para ganar el pan de su familia también se le ha socializado para que la sacrifique por el Estado, la religión, la patria u otras abstracciones. Resulta cruelmente paradójico que este rol de "ganador de pan" sea presentado como un privilegio cuando su cumplimiento suele ser a costa de que deba sacrificar sus relaciones familiares y afectivas (de los contrario no será considerado un "verdadero hombre" según ese rol). Del otro lado, cuando la mujer sacrifica su carrera profesional por mor de sus relaciones personales y afectivas se habla de "techo de cristal", aunque lo haga voluntariamente porque ahora haya tenido la oportunidad de elegir.

1 comentari:

  1. Gracias por la referencia: no deja de ser sintomático que esto se publicara en 1998. Discrepo, sin embargo de la convicción de la autora de que la violencia masculina es sobre todo física y la femenina psíquica. Creo que esto no queda avalado por las numerosísimas encuestas (bidireccionales y simétricas) que sobre esta cuestión se han hecho. Es verdad que, por una parta, estadísticamente un hombre tiene más posibilidades que una mujer de hacer mucho daño con el uso de la violencia psíquica, pero, por otra, las mujeres cuentan de antemano con que los varones están obligados a un mayor autocontrol (desde pequeñito se le inculca a los niños que "un hombre nunca le pega a la mujer") y, por ello, se permiten, por ejemplo, abofetear a un varón en público e, incluso, considerar que se trata de un gesto elegante (basta ver, por cierto, lo que a este respecto enseñan las películas y las series de televisión). Los trabajos de Strauss, en efecto, demuestran que la agresión física es iniciada en mayor proporción por las mujeres que por los hombres.

    (Athini Glaucopis)

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